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A propósito del caso SGAE: ni los unos ni los otros (o el drama de España)

julio 16, 2011

Los lectores que me siguen desde ya hace unos años, sabrán que no suelo estar de acuerdo con la opinión de ciertos «gurus» e «himbestigadores» de la tecnología patrios (no daré nombres porque esos mismos lectores sabrán a quien me refiero), y que en líneas generales defiendo los derechos de propiedad intelectual y de autor en el sentido de que en principio debe respetarse la voluntad del que crea algo, y que no se deben pisotear dichos derechos por el simple motivo de que «la tecnología lo permite». Y en esto sigo, pero no es este en el fondo el tema de este post. O al menos solo lo es tangencialmente. Porque lo triste es contemplar, como en España, las organizaciones, instituciones o bandos que representan ideologías contrarias, son a menudo, igual de impresentables, defiendan un extremo o el contrario. La asociación de internautas parecen un grupo de adolescentes discutiendo en el patio de un colegio después de fumarse unos porros y beberse unas birras, pero la SGAE es un grupo de ladrones de guante blanco (siendo generosos en los calificativos) igualmente indefenibles. Los hinchas del Barcelona son unos salvajes que merecerían la cárcel después de cada partido, pero los del Madrid no se quedan atrás. Los del PSOE son un conjunto de corruptos incapaces de gobernar y el PP…bueno…pues el PP pues eso, ¿no?. Y así podríamos seguir enumerando casi la totalidad de instituciones del país (la patronal vs los sindicatos, la conferencia episcopal vs los izquierdosos anticatólicos, el movimiento 15-M vs la política institucional, los moros vs los cristianos, villarriba vs villabajo…).

Y en medio de todo ese fuego cruzado, una España que aunque en minoría, existe, también es España, una minoría que se da cuenta del vergonzoso juego en el que nos tienen metidos, una minoría que sería la esperanza, pero que no encuentra un hueco en el sistema para meter ese tornillo en el engranaje de la máquina que la haría saltar por los aires y acabar con esta agonía de una vez por todas. Y entonces si vendría una recuperación real, ya no sería un parche en una obra que necesita renovar los cimientos.

Habría que preguntarse por qué sucede esto en España. Por qué esa invalidez de lo público. Yo solo apunto una hipótesis: ¿no será que las instituciones no son más que un instrumento para el enriquecimiento y lucimiento personal en los que la ideología y los principios poco o nada importan, puesto que no se defienden más que de cara al escaparate, en medio de un cinismo ideológico fruto del relativismo moral?

Es que oigan, a mi es que me huele a eso.

¿Dónde están los Bardem y los Toledo?

marzo 22, 2011

¿¿¿¿¿¿O es que lo de Libia no es una guerra???????

Ayyyyyyyy…¡si es que nos conocemos ya todos!

Santiago Niño sigue haciendo el ridículo aplanzando de nuevo el «crash»

enero 14, 2011

Ya andaba yo un poco desconectado de los vaticinios de Becerra, cuando por casualidad di con este vídeo, en el que Santiago Niño vuelve a aplazar el «crash» a enero del presente año (y van…). Llamativo también que ahora se desdiga de que pronosticara crash alguno (hay que tener más cara que espalda, habiendo titulado su libro precisamente como «El crash del 2010»). También parece haber olvidado su ya mítica frase de «la caída a plomo», con la que gráficamente quería poner énfasis en su teoría de que se produciría un empeoramiento económico fulminante y en caída libre. Ahora no solo lo desmiente con frases como «yo nunca dije que se produciría un hundimiento de golpe», si no que se dedica como siempre a decir una cosa y la contraria; «iremos cayendo suavemente», para luego añadir «en enero vendrá auténticamente la caída».

En fin, que cada vez me parece más triste lo de este hombre, empeñado en mantener su discurso pase lo que pase para prolongar sus minutos de gloria en los medios.

La mentalidad española

diciembre 20, 2010

Desde donde estoy, teniendo a España en la lejanía, a veces me da la sensación de que veo a mi país a través de las noticias que me llegan de él, como por un telescopio. A veces el instrumento está colocado en la posición correcta, y me ofrece una imagen de las personas y las situaciones magnificada y exagerada, con un tamaño mayor del que posiblemente tienen en la realidad. Otras, parece que el aparato se ha dado la vuelta, y su óptica devuelve un cuadro del país empequeñecido, rozando lo ridículo, resultado de coger el artilugio por el lado incorrecto.

Sea como sea, el tiempo pasa, y la crisis no se resuelve. De hecho, empiezan a aparecer datos que indican que las reformas no están funcionando y yo no puedo evitar pensar en más de una ocasión que en algunos frentes vamos hacia atrás, como se ha puesto de manifiesto por ejemplo en la rocambolesca historia protagonizada por los controladores aéreos, que se ha saldado con la primera declaración de Estado de Alarma de la democracia.

Pero no, no es de la actualidad de lo que quiero hablar hoy, sino de algo más general. Porque precisamente desde esta distancia a la que me encuentro, creo que es más fácil apreciar ciertos ingredientes de lo que se cuece en España que estando metido de lleno en la olla que mucho me temo que en estos momentos está a una temperatura más que considerable. Sí, hoy me ha dado por intentar disertar sobre eso que algunos llaman «la mentalidad española», y que otros intentan negar con los argumentos de que lo que vive España no puede ser una simple consecuencia de que está llena de españoles (como hace Roger Senserrich aquí, por ejemplo) y que usando los incentivos adecuados, todas las sociedades humanas reaccionan de formas parecidas. Yo empiezo a estar en la idea de que no, de que la mentalidad pesa, y mucho, en la manera en la que actúa un país y una sociedad. Llamémoslo cultura, llamémoslo educación, llamémoslo como queramos. Yo mantengo la denominación «popular» de «mentalidad española». Pero…¿qué es esa «mentalidad», cómo podríamos definirla? No es fácil, desde luego, y yo voy a recurrir a una ristra de ejemplos para definir algo tan etéreo como una «mentalidad». En la medida en la que estemos de acuerdo en que lo que describen los ejemplos es «típico de España» podemos estar acercándonos a darle forma a esa «mentalidad» que intento definir. Como la lista de ejemplos no va a ser corta, les invito a hacer click en la frase autoexplicativa (en inglés, eso sí) de más abajo para seguir leyendo:

Leer más…

La responsabilidad moral de los empresarios (y II)

noviembre 15, 2010

Este vídeo del conocido empresario de origen argentino Martin Varsavsky, me lleva otra vez a hablar (en parte también a raíz de un comentario al anterior post sobre el tema) sobre la responsabilidad moral de los empresarios en la crisis económica que vive España.

Es evidente, como ya dejaba ver en la anterior entrada, que no todos los empresarios actúan inmoralmente y que es indiscutible el derecho de todos los ciudadanos a iniciar actividades económicas y a lucrarse con ello. Pero tal vez haya que distinguir legalidad de moralidad, de tal modo que un empresario, actuando conforme a las leyes (con todo el margen de interpretación que éstas permiten) puede estar actuando negligentemente tanto con sus empleados como con la sociedad en general. Martin Varsavsky, en el vídeo se sorprendía de que tras vender alguna de sus empresas, ciertas voces se levantaran acusándole de «dar el pelotazo». Pero Martin parece no darse cuenta de que el problema no es vender una empresa por un precio (cosa que sin duda es legítimo, como no podría ser de otra forma). El problema es el como se hace. Y eso es lo que distingue a un empresario comprometido y responsable de otro que no lo es. Todos conocemos casos (yo personalmente más de uno y de dos) en los que los empresarios, aun actuando legalmente o al filo de la ilegalidad, han esquilmado los patrimonios de sus respectivas empresas y han salido corriendo con el importe resultante de ello. ¿Son casos extremos? No lo sé. Pero mucho me temo que el problema es que en España, esos casos se dan en mayor número que en otros países, y tal vez de ahí la diferencia en cuanto a cifras macroeconómicas digamos entre España y Alemania. Porque yo me pregunto: ¿no tendrá algo que ver esta actitud que exhiben algunos empresarios con el hecho de que en España apenas existan las grandes empresas? ¿No dificulta la expansión de una empresa el tener en mente su liquidación obteniendo el mayor beneficio en la menor cantidad de tiempo posible?

Sinceramente pienso que hay empresarios con un comportamiento ejemplar, pero tal vez el problema es que cuando se dan casos de empresarios cuya actuación deja mucho que desear, al ciudadano solo le queda el derecho al pataleo. También creo que hay muchos empresarios que han causado un gran daño a la economía, con sus malas prácticas y su poco sentido de la responsabilidad social. Y por eso creo que exonerarlos por completo o incluso aplaudirlos (como hacía el comentarista al que me he referido al principio de la entrada) es totalmente contraproducente para mejorar la situación.