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Feminazis y modelo productivo: ¿quién movió los hilos?

enero 26, 2010

Entraña una gran dificultad discernir sobre qué grupos o agentes son los que inician los cambios sociales. Tradicionalmente se atribuye a las grandes instituciones el papel de dirigir las reformas. Aunque otras veces la historia pone como protagonista de las revoluciones al «pueblo», y en estos casos es común afirmar que los cambios se hacen a costa de estratos más elevados de la sociedad (monarcas, gobiernos…). No obstante es difícil casi siempre vislumbrar cual es la causa y el efecto, que sucede primero, cual es la acción y la reacción. Reflexiono sobre estos temas a raíz de un inteligente comentario en una de las entradas dedicadas a la ideología feminazi y concretamente este pasaje:

[La ideología feminista] no es la forma de pensar de un colectivo de mujeres, sino una estrategia de las clases dominantes para adecuar la sociedad a los nuevos modelos productivos (sacando a la mujer del hogar y convirtiéndola en asalariada, además de eliminando las sociedades tradicionales de productores autónomos agrupados en torno a unidades familiares).

Considero muy interesante esta perspectiva que comparto. Porque es cierto que «casualmente» la ideología feminista ha beneficiado intereses empresariales, a través del nuevo panorama social, cultural y (tal vez la clave) demográfico que generan sus ideas. Es curioso que el feminismo llega en un momento de enorme preocupación por la explosión demográfica en el planeta (inquietud comprensible, no obstante), que en aquellos momentos se consideraba insostenible y a la vez difícilmente contenible. Pero el feminismo, por un lado, pone a disposición de la mujer métodos anticonceptivos y abortivos, y por otro lanza a la mujer al mercado laboral en masa. Resultado: bajada de la natalidad consecuencia de la tan cacareada en su momento «planificación familiar»  por un lado, y  que  las parejas necesitan una cantidad enorme de horas diarias para hacer frente a sus «obligaciones laborales», por otro. Horas que se multiplican por dos, con la incorporación de la mujer al mercado laboral, y que hacen prácticamente inviable el plantearse tener más de dos hijos, por imposibilidad material de atenderlos. Como consecuencias colaterales, aunque de extrema importancia sin duda, aparecen la misión imposible en que se convierte la educación de los hijos cuando los padres solo conviven con ellos unos minutos al día, y el ajuste a la baja de los costes laborales consecuencia de duplicar la oferta de trabajo, mientras que la demanda tiende a la baja debido a los avances tecnológicos.

La jugada es casi perfecta para muchos: para los políticos que quieren acaparar el voto femenino, y para las grandes concentraciones de capital que abaratan costes laborales y «flexibilizan» (siempre a su favor, que curioso) el mercado laboral. ¿Y quienes serían las/os víctimas (o tal vez habría que decir víctimos, ¿no?) de toda esta «revolución feminista»? Sinceramente, como vengo manteniendo desde hace mucho tiempo, creo que las principales víctimas son las propias mujeres, en la mayoría de los casos. Víctimas porque se les impide desarrollar el papel de madres que en realidad desean y para el que están biológicamente preparadas, víctimas porque se pone sobre sus hombros el doble esfuerzo de criar a unos hijos y atender a sus obligaciones laborales, víctimas porque se les obliga a adoptar un rol sexual que no les convence ni a ellas ni a los hombres, víctimas porque cuando se actúa contra natura, todo lo que venga después solo puede ser considerado como desajuste. Pero también son víctimas los hijos. Porque lo más común es que cuando ambos progenitores tienen obligaciones laborales en demasía, lo normal es que ni el padre ni la madre asuman la educación de los niños. Y por supuesto, víctimas son también los hombres, que contemplan entre asombrados e indignados el papel absurdo que quiere adjudicarse la mujer en contra de toda lógica y razón, papel que para más inri, no satisface por completo a nadie.

Afortunadamente aún existen hombres y mujeres que saben ver las falacias que contiene la ideología feminista, en cuyas manos está la labor de poner un poco de cordura en todo este disparate. Tal vez estamos ya en el punto en el que el péndulo cambia de dirección. Yo tengo esa esperanza, por el bien de todos.

46 comentarios leave one →
  1. José Perera López permalink
    enero 28, 2010 4:03 pm

    Antes que nada, gracias por tus comentarios sobre mi aportación. Sin embargo, y si me lo permites, quisiera hacer una crítica sobre el siguiente párrafo tuyo:

    «Víctimas porque se les impide desarrollar el papel de madres que en realidad desean y para el que están biológicamente preparadas, víctimas porque se pone sobre sus hombros el doble esfuerzo de criar a unos hijos y atender a sus obligaciones laborales, víctimas porque se les obliga a adoptar un rol sexual que no les convence ni a ellas ni a los hombres, víctimas porque cuando se actúa contra natura, todo lo que venga después solo puede ser considerado como desajuste.»

    Combato contra el feminismo, pero no contra las mujeres. Lo primero es una opción política, y lo segundo es una consecuencia lógica de quien se da cuenta que sólo en una mujer puede encontrar la compañía que necesita. Las mejores amigas del hombre son las mujeres, y viceversa, siempre y cuando seamos capaces de respetarnos, de entendernos, de apoyarnos y de admitir la absoluta libertad del otro. Por lo tanto, me parece tan válido que una mujer pueda ser exclusivamente madre, madre y trabajadora, o, si lo desea, dedicarse íntegramente a su promoción laboral, y esas dos últimas opciones no son, desde mi punto de vista, actuar «contra natura», sino simplemente ejercer la libertad de elegir. Y de igual manera que condeno la discriminación positiva en el mundo del trabajo a favor de la mujer, defenderé también vehementemente el acceso de la mujer a la profesión que más le guste. Los proteccionismos de género y la guerra de sexos no son los caminos a seguir. Por la misma razón nunca entraré en la dinámica consistente en sacar fuera las imperfecciones del otro sexo, ya que carencias las tenemos todos, hombres y mujeres, y porque las miserias humanas no entienden de género. No caigamos en la misoginia. Denunciar los mitos sobre los que se fundamenta la mayor parte del feminismo, así como su carácter burgués y discrimatorio, no es ir contra las mujeres, sino la necesaria conclusión a la que deberíamos llegar todos los que buscamos la mayor armonía posible entre los sexos.

  2. enero 28, 2010 4:32 pm

    No, vamos a ver…o me expresé mal, o tal vez me dejé llevar un poco por la retórica.
    Totalmente de acuerdo de nuevo en lo que dices.
    Me refería a que la misma mujer, es a veces, sin saberlo víctima de una ideología que si nos paramos a analizar, tampoco la deja muy bien parada, ni le adjudica un rol deseable al 100%. Por supuesto que yo también defiendo que una mujer elija la profesión que más le guste para ejercerla, de la misma manera que lo hacen los hombres, pero el problema es que al hacer eso, más de una vez va metiéndose en una dinámica que no le deja más salida que desatender (incluso a su pesar) la educación de los hijos. Educación que por supuesto, debe ser compartida. Pero una madre es una madre, y un padre, un padre. Puede parecer de perogrullo, pero ambos sexos, en mi opinión, no tienen el mismo papel en la educación de los hijos. Y el problema es que cuando ambos progenitores están inmersos en ocupaciones laborales que le dejan tiempo casi nulo para pasar con sus hijos…¿quien asume la educación? Yo no digo que sea ni el padre ni la madre, pero alguno de los dos tendrá que asumirla, y lo triste de estos tiempos es que en una gran cantidad de casos, no la asume ni el uno ni la otra. Así que si realmente se quiere tomar en serio la tan traída y llevada «conciliación de la vida familiar y labora», hay que tomar medidas que adapten los horarios de trabajo de las parejas para que faciliten la educación de los hijos. Porque unos hijos sin educar es un coste demasiado grande para una sociedad, como podemos ver en televisión en ese esperpento de programa de los «ni-ni».

  3. enero 29, 2010 8:18 pm

    Yo voy algo más lejos que ustedes en mi teoría, aunque es posible que caiga un tanto en la paranoia.
    Mi conclusión final es esta:

    Conclusión: el capitalismo está utilizando a las mujeres y a otros grupos sociales como ariete para conseguir una nula combatividad de la especie y proceder a la dominación total. Si el nazismo fue malo, el concepto de superioridad racial, no entendemos como el concepto de superioridad ¨de género¨ no sólo no es malo sino que el capitalismo lo financia y pone a su disposición su potente entramado de medios de comunicación.

    Como ven, más orwelliana que otra cosa. Si quieren leer el desarrollo para llegar a esa conclusión enlacen aquí:

    http://eldesclasado.zonalibre.org/archives/2010/01/el-feminazismo-explicado-a-gentes-sencillas.html

    Por cierto, Perera, haces buenos comentarios, tanto aquí como el que echaste en mi blog.

  4. enero 30, 2010 12:28 pm

    ¿A qué comentario te refieres?
    Porque lo estoy buscando en tu blog y no lo encuentro…
    Se agradecería el enlace.

    Saludos.

  5. enero 30, 2010 4:20 pm

    Imagino que te refieres al comentario de José Perera. Fue en esta entrada:

    http://eldesclasado.zonalibre.org/archives/2010/01/mentiras-demostrables-del-feminazismo.html#comment-1099650

    Saludos.

  6. José Perera López permalink
    febrero 4, 2010 6:16 pm

    SIGAMOS HABLANDO SOBRE LO QUE LLAMAN “VIOLENCIA DE GÉNERO”
    No es infrecuente escuchar comentarios de nuestras feministas en que éstas acusan a los hombres de practicar un “silencio cómplice”, alusivo especialmente a la ausencia de varones en manifestaciones públicas en las que se condena eso que han dado en llamar “violencia de género”. Pero uno se pregunta dónde estaban hace 30 ó 40 años las que ahora denuncian dicho “silencio cómplice”. Me da la impresión que las organizaciones feministas de hace varias décadas luchaban por temas como suprimir el delito de adulterio, o por nuevas leyes de divorcio. Las más moderadas centraban su acción en combatir los concursos de Misses, por aquello de que se decía que tales certámenes fomentaban la imagen de la mujer entendida como un objeto, o incluso en denunciar la práctica callejera masculina de lanzar piropos a las mujeres. En el otro extremo, las feministas más radicales luchaban por la despenalización del aborto. Pero, ¿decían las feministas de aquel entonces algo sobre lo que ahora llaman “violencia machista”? Me parece que no, que poco o nada hablaban sobre ese asunto, y en el caso de que así fuese, no era ese el tema estrella del movimiento feminista. ¿Por qué ese silencio? Quizá porque en aquella época los crímenes de lo que hay llaman “violencia de género” tenían otra denominación, englobándose dentro de lo que se llamaba “crímenes pasionales”. Y ese subgrupo cabía integrarlo dentro de un conjunto mayor constituido por la delincuencia común, y en oposición a los delitos que tuviesen connotaciones políticas. El pedir más años de cárcel para los delincuentes comunes; el clamar por la cadena perpetua y hasta por la pena de muerte se supone que forma parte del bagaje cultural de la derecha, de las personas más conservadoras. Dada la indisoluble unión entre la izquierda y el feminismo reciente, a ninguna femi-progre de hace 30 años se le hubiese ocurrido demandar mayor dureza contra la delincuencia común, so peligro de ser tildada de “facha” y “reaccionaria”. Por el contrario, la filosofía de la izquierda siempre fue la de considerar al delincuente común como “una víctima de la sociedad”, y es por ello que se llegó incluso a hablar de “presos sociales”, pues se entendía que la conducta de los delincuentes era un fruto de las desafortunadas condiciones sociales en las que se habían criado. En consecuencia, y como víctimas de la sociedad que eran, sólo cabía proceder para con ellos con terapias paternalistas que condujeran hacia lo que llamaban y siguen llamando “la reinserción del delincuente”, y en la misma línea doctrinal que el concepto cubano de la “reeducación”. Pero ocurre que, súbitamente, una parte de lo que antes llamaban “crímenes pasionales” (concretamente los homicidios de mujeres por parte de sus parejas masculinas), que era un concepto asexuado, pues contemplaba crímenes tanto cometidos por ellos como por ellas, cambia de nombre y pasa a llamarse de forma tendenciosa “violencia de género”, e incluso a denominarse con la muy sexista y peyorativa expresión “violencia machista”. Y algunos de los que antes eran “víctimas de la sociedad” son ahora estigmatizados con los sambenitos de “pederastas”, “maltratadores” y “machistas”. Los mismos progres –y su sección femenina: las feministas– que antes pedían y siguen pidiendo comprensión hacia el mundo de la delincuencia son los mismos que ahora reclaman “tolerancia cero” para con los “maltratadores”, a los que tachan de ser una “lacra social”, y solicitan mayores condenas para ellos, llegando incluso a legitimar que por un delito semejante un hombre sea castigado con más años de cárcel que una mujer que hiciera la mismo. Los mismos progres y feministas que se muestran blandos y comprensivos cuando un menor de edad viola y mata a alguien, pues argumentan que “el chico tiene problemas”, y proponen reinsertarlo en la sociedad por medio de no se sabe qué extrañas terapias, reaccionan luego demandando mano dura al más viejo estilo represor cuando un varón adulto maltrata a su mujer. La condena social pasa de inspirarse en modelos igualitarios y democráticos –rechazar la violencia venga de donde venga, y afecte a quien afecte– a transformarse en un nuevo código discriminatorio que se asemeja mucho a las normas no escritas del mundo carcelario, donde el violador es linchado, pero donde el que ha matado a un varón pasa inadvertido sin despertar hostilidad alguna. ¿Estamos ante cambios de mentalidades colectivas o quizá estamos ante cambios de estrategias políticas?
    De igual manera que en términos económicos el mercado se profundiza, porque se comercializa actividades que anteriormente no formaban parte del mundo de las transacciones cotidianas, pasa lo mismo en el terreno de las ideas políticas, donde lo que antes no era tema de confrontación ideológica hoy sí lo es –una muestra de ello es la creciente politización que sigue a cualquier desastre natural, como los incendios forestales, y donde se busca “responsables” a los que culpabilizar de todo tipo de improvisaciones y negligencias previas–. Creo que eso mismo sucede con lo que llaman ahora “violencia de género”, que antiguamente no se incluía en los programas de los partidos políticos, pero ahora sí es tema prioritario en su discurso, especialmente entre los partidos de la izquierda. ¿Por qué antes nadie decía nada, y ahora sí son conscientes del problema? ¿Ha habido que esperar a que alguien lance la consigna? ¿Hemos tenido que esperar a que el tema pueda tener una enorme rentabilidad electoral? Me atrevo a sospechar que la clave está, en parte, en los cambios sociológicos que afectan a la familia tradicional. Porque el modelo de familia de antes, numerosa en miembros, y con clara separación de roles está en quiebra (la mujer era el “ama de casa”, porque en ese tema es la que decidía, pero el hombre era el que “entendía de política”, y en consecuencia, cabía esperar que los miembros de la familia votasen lo que decidiera el cabeza de familia). Hoy son cada vez más los hombres y mujeres, que tienden a vivir solos, o emparejados de forma laxa y a tiempo más limitado que con anterioridad. Ya no cabe esperar que el voto de las mujeres –que cuantitativamente son mayoría frente a los hombres– venga dado por lo que sus parejas masculinas digan. Por tanto es a ellas a las que hay que dirigir el mensaje político en busca del voto. Es a ellas con las que procede tratar a base de halagos; a las que hay que ver como “víctimas” del “machismo”. Se considera a las mujeres como las más “desfavorecidas” y “doblemente discriminadas”; las merecedoras de días internacionales de la mujer o contra la violencia de género; las destinatarias de ministerios de “igualdad”, de institutos de la mujer o de concejalías de la mujer; las necesitadas de políticas laborales específicas para la mujer… La recurrente presencia en los medios de comunicación de toda la mitología creada en torno a lo que llaman “violencia contra las mujeres” no deja de ser una combinación entre cultura del victimismo y propaganda electoral velada tendente a rentabilizar a largo plazo lo que en la psicología femenina resulta ser su mayor preocupación, la eterna conflictividad de pareja entre hombres y mujeres. Se lleva así al terreno de la práctica política lo que en la cultura tradicional occidental se llama el galanteo, expresado en aquella frase de “las damas primero”, y que pasa de ser norma no escrita, a convertirse en ley oficial a través de la figura de la discriminación positiva. La flagrante contradicción que se da entre defender la igualdad, y la realidad de los hechos al promover la discriminación, no refleja otra cosa que el machismo subyacente en la mentalidad de nuestras feministas y los partidos políticos que beben de la ideología de género, porque en su machismo disfrazado de feminismo, siguen pensando aún que a las mujeres hay que tratarlas con la debida consideración que su sexo se merece. La única diferencia entre uno y otro caso es que nuestro galán de antaño buscaba la conquista amorosa de su amada, mientras que los políticos “protectores” de la mujer sólo buscan en ésta el voto que les permita a ellos seguir viviendo a costa de las que dicen “proteger”, y a costa de rentabilizar perversamente el sufrimiento ajeno (caso de los homenajes institucionales que hacen cada 25 de noviembre). La moderna clase política profesional practica así una versión actualizada del viejo pacto feudo-vasallático; concede “protección” a las “maltratadas”, y, éstas, a cambio, dan su voto, además de sus impuestos a quienes interesadamente han desatado previamente, y como vulgares agitadores, eso que llaman “alarma social” por el “maltrato de la mujer”. En realidad la “violencia contra las mujeres” sólo existe como construcción ideológica de sus creadores; es un arma con inmediatos intereses en la estrategia electoral de los partidos políticos; pero también se inscribe como una pieza más dentro del engranaje que, a otra escala, supone toda la ideología de género, y que tiene en ese contexto objetivos que van mucho más allá de la simple captación de votos. El que organizaciones como la ONU –controlada por los USA– o que multinacionales como PRISA se conviertan en firmes apóstoles de la lucha contra la violencia de género, nos lleva a pensar que patriarcado y poder político-económico no casan, lo cual sería un contrasentido a la luz de los mitos sobre el poder construidos por el feminismo. Tampoco nos cuadra la relativa poca movilización popular que existe contra la “violencia machista”, lo que contrasta con la fuerte propaganda que los medios de comunicación dedican al asunto. Lo anterior no es extraño, porque como en tantos otros temas relacionados con la ideología de género, estamos ante un movimiento que viene de arriba a abajo (organizado por el poder de turno), y no de abajo a arriba (porque surgiese espontáneamente entre el pueblo). La historia nos dice que la liberación de los esclavos no fue en general consecuencia de la rebelión de éstos, sino una manumisión interesada por parte de sus antiguos amos, cuando las relaciones entre capital y trabajo encontraron su mejor optimización a través del contrato libre entre las partes en un mercado laboral de asalariados. De la misma manera, la erradicación de la violencia de género parece ser un empeño de los que menos la sufren, a menos que esa aparente solidaridad con las víctimas esconda motivos no tan desinteresados. Por eso, la lucha contra la violencia de género no es expresión de una supuesta movilización ciudadana contra ese mal, sino que esconde un adoctrinamiento realizado desde las más altas instancias de los poderes estatales. No olvidemos que las feministas en estado puro son una parte insignificante de la sociedad, pues el conglomerado de tantas organizaciones feministas que luchan contra aquella violencia suele ser, de hecho, segunda residencia de mujeres militantes de partidos políticos, prestas a recaudar dinero público vía subvenciones otorgadas por sus primos hermanos de los partidos en el poder. Así, nuestro feminismo viene a ser como aquella ideología socialista que en los países satélites de la antigua URSS trataban los gobiernos de extender entre la población, la cual pensaba de otra manera. El feminismo institucional y subvencionado derrocha millones de euros en una labor evangelizadora que intenta derrocar a ese otro “poder” que suponen invisible y al que llaman patriarcado. Y a menos que se trate de un suicidio de género, resulta sospechoso que nuestros más que inteligentes ejecutivos y políticos occidentales tramen un plan que socave sus supuestos privilegios como varones que son, a menos que en el fondo la operación les resulte rentable…
    El marxismo vulgar fomentó la lucha de clases como estrategia para captar apoyos sociales, con los resultados catastróficos de todos conocidos. Burgueses y empresarios eran los “malos” de la historia, mientras que la heroica clase obrera condensaba en sí misma todas las virtudes del género humano. La moderna ideología de género parece practicar la misma estrategia, e instiga el enfrentamiento entre hombres y mujeres, demonizando a los primeros, e idealizando a las segundas; contraponiendo la “maldad masculina” a la feminidad; encarnando en la mujer las más nobles cualidades humanas, que se supone ausentes en la brutal psicología de los varones. En esa visión del mundo, lo que han dado en llamar “violencia de género” sería el instrumento represor mediante el cual los hombres de la sociedad patriarcal asegurarían su dominio sobre las mujeres, perpetuando así sus pretendidos “privilegios”. Lectura distinta tenemos nosotros, pues consideramos que la llamada “violencia específica contra las mujeres” o “femicidio” son conceptos teóricos surgidos no en ambientes de la investigación sexológica, psicológica o sociológica, sino en el ámbito de la política, y es a intereses políticos a lo que responden. Salvo violadores y asesinos en serie, nadie se dedica a agredir o matar mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Todo lo contrario, por paternalismo consuetudinario la condición de mujer libra muchas veces a éstas de sufrir agresiones físicas o psicológicas que sí sufren los varones. En este caso nuestras costumbres aprendidas reflejan una norma que ya se encuentra en nuestros genes, la consistente en la existencia de una inhibición de la agresividad hacia los miembros del sexo opuesto, y que en nuestra cultura se refleja en aquel “si no fueras una mujer ya te hubiera partido la boca”, o en esa otra contraposición tan significativa que se hace al desagregar por sexos y edades los muertos en un hecho bélico, del que se dice, pongamos por caso, “el bombardeo ha provocado 150 víctimas, la mayoría mujeres y niños”, como si el ser mujer y menor de edad supusiera un agravante del crimen, mientras que las víctimas constituidas por varones adultos fuesen de alguna manera admisibles.
    Niego que exista femicidio, porque la realidad de los datos estadísticos nos dice que son los varones los que más sufren violencia física. Son mayoritariamente varones los que ingresan en las salas de urgencia de los hospitales al haber sido agredidos. Son varones los que más mueren de forma violenta. La historia pasada y actual está llena de casos en los que los varones son ejecutados, mientras que sus mujeres, siendo rapadas y violadas, salvan la vida en última instancia. Por tanto, en todo caso tendríamos que hablar de “varonicidio”, antes que de “femicidio”. Por eso es victimismo con finalidad política considerar a las mujeres como las más agredidas en la sociedad, cuando la realidad apunta a que son otros los que más sufren las cargas de la vida y las consecuencias de la agresividad humana. Otra cosa es que los medios de comunicación y la sociedad en general vea con total indiferencia esa violencia contra los varones, mientras que clame al cielo cuando la víctima es una mujer. Partidos políticos autodenominados de izquierda y las organizaciones feministas, que en la práctica son correas de transmisión de aquellos, se aprovechan para sus fines de esa desigual respuesta social hacia la violencia, contradiciendo con ello lo que debería ser norma en cualquier filosofía que aspire a la igualdad y a la justicia social, que no hay violencia de género, sino violencia contra las personas.

  7. febrero 5, 2010 7:59 am

    No puedo más que agradecerle el tiempo dedicado a escribir este excelente comentario.
    Sinceramente, toca temas de gran calado, y de una sutileza tal que no todos alcanzamos a ver.
    Su intervención me ha hecho reflexionar a su vez sobre varios temas que toca en el comentario, que intentaré a su vez plasmar en nuevas entradas, en cuanto el tiempo disponible me lo permita.

    Saludos y gracias de nuevo.

  8. febrero 5, 2010 1:53 pm

    ¡La ostia! (con perdón). ¨Sostiene Perera¨.

    Me reafirmo en mi opinión de que sus comentarios no tienen desperdicio: bien argumentados y prosa clara. Chapeau.

    Al final observo que no estamos tan alejados en nuestras tesis: coincidimos plenamente en que esto ¨es creado¨no espontaneo. Creado y constantemente alimentado para que el monstruo siga andando, porque en realidad no cuenta con más apoyo popular, que la indolencia de mujeres que piensan que si obtienen tajada, en forma de ventajas para oposiciones, subvenciones o divorcios, bueno es.

    Donde yo voy más lejos es en los objetivos: esto no puede reducirse -en mi opinión- a un mero ¨sacar más votos¨. El capitalismo que crea y financia esta ideología ¨de género¨ (ya dejamos atrás el clásico feminismo) no creo que se limite a ser espectador pasivo. Yo creo, sinceramente, que el objetivo es el control social creando una sociedad dividida, partida por la mitad, donde el sexo más combativo, el masculino, esté anulado. No digo que la mujer no sea combativa a su manera: digo que en términos militares el hombre es mucho más agresivo y menos dispuesto a dejarse someter. Sería el que más directamente se enfrentaría contra un control social esclavista, salvo que esté anulado…

    Saludos.

  9. febrero 5, 2010 5:51 pm

    Plantearía una gran dificultad averiguar si el movimiento feminista fue algo relativamente espontáneo o fue orquestado por algún grupo de manera intencionada, más allá de las propias mujeres. Pero en cualquier caso me atrevería a decir que eso puede resultar incluso irrelevante, desde el punto de vista de que haya sido premeditado o no, no cabe la menor duda de que como decís hay muchos intereses en liderarlo y controlarlo. El hecho es que una vez puesto en la palestra el movimiento, todo el mundo ha querido sacar tajada de él (tanto electoral, como en términos de «factores productivos», por decirlo de alguna manera). Como siempre, hay que buscar los perjudicados y beneficiados de todo esto, lo que nos puede dar una pista de por donde van los tiros.

  10. Desclasado permalink
    febrero 5, 2010 8:01 pm

    Quizás no me expresé bien, amigo Cambio Social. Conozco los orígenes ¨engelsianos¨ del feminismo y, efectivamente, es irrelevante eso ahora.
    Yo tampoco sé si ya desde el principio, el feminismo fue dirigido, no creo. Cuestión más de burguesas que se lo podían permitir, supongo fue espontaneo.

    Lo que no creo espontaneo es el feminazismo de género actual. Lo veo creado, alimentado y promovido con bastante descaro.

  11. febrero 5, 2010 9:48 pm

    Cierto, yo no podría haber usado una palabra más adecuada que «descaro» para definir la situación actual.
    Y eso es precisamente lo que me da esperanza en todo esto: que se está haciendo tan descarado, que es posible que favorezca el que muchas personas con dos dedos de frente (espero que tanto hombres como mujeres) se den cuenta de que este camino no lleva a ninguna parte, y se imponga un poco de cordura.

  12. febrero 6, 2010 4:06 pm

    Hola a todos. Ciertamente, un magnífico análisis el de Perera. Suscribo la mayor parte de él. No obstante, quisiera añadir algunos matices diferenciadores. Yo, en realidad, nunca he llegado a creer en las teorías de la conspiración, con lo cual no digo que nuestros gobernantes no urdan contubernios de cierto alcance. En esto quizá esté en los antípodas de usted, amigo Desclasado. De hecho, he ahí también mi parcial discordancia con Perera. No creo que nuestros políticos, masculinos o femeninos, sean realmente tan inteligentes. Al menos no Aído y sus delicadas hordas. Y, desde luego, no Zapatero. Evidentemente, sé que los políticos occidentales son de más peso intelectual que éstos, pero no les atribuyo semejante capacidad para manipular consciencias a largo plazo. Creo que, en realidad, nadie puede hacerlo. Enseguida entraré a explicar esto.

    Coincido en que los cambios materiales suelen preceder a los ideológicos, y que, en este caso, nos hallamos ante un fenómeno de este tipo (aunque, en oposición a esto, o matizándolo, hay que decir que las reivindicaciones feministas se remontan a la Revolución Francesa). Marvin Harris explica muy bien esta clase de fenómenos. Coincido, cómo no, en que los políticos, en su insaciable demagogia, no paran de idear eslóganes halagadores de los sectores de población de quienes necesitan su voto para sobrevivir en el duro cuadrilátero de las luchas electorales.

    Ahora bien, creo que para entender algo mejor lo que está ocurriendo en nuestras sociedades, deberíamos reparar en lo siguiente: la mayor parte de las ideas que nacieron o renacieron en mayo del sesenta y ocho han ido encontrando acomodo y expresión en la ideología posmoderna en que estamos instalados. En general, se han ido radicalizando hasta límites grotescos, incluso demenciales. Las teorías de género son delirantes, pero no son las únicas.
    – En materia de enseñanza la izquierda posmoderna creó la LOGSE, engendro anti-elitista y anti-intelectualista que está llevando a la bancarrota académica a este país. Sus principios teóricos inspiraron medidas tan casquivanas y demagógicas como: 1. No evaluar objetivamente al alumno, 2. No reconocer la valía y la excelencia (progresa adecuadamente); 3. Imposibilidad de expulsar al alumnos revienta-clases o de sancionarlo adecuadamente (mediación y tolerancia infinita); 3. Promoción automática por edad, no por rendimiento. 4. Abajar la importancia de los contenidos y la memoria, en beneficio de la comunicación democrática y la “distribución” del conocimiento entre todos los miembros de la clase. 5. Al alumno hay que “motivarlo” para que aprenda (desprestigio de la voluntad y la disciplina)…
    – En educación, tres cuartos de lo mismo. Muchos padres creen que no deben castigar al crío nunca, no sea que se traumatice. Ha cundido la idea de que si no se le tiene siempre contento nos dejará de querer. No se les impone disciplina. Se les ríe las palabrotas. Se les consiente todo. Por ley, está prohibido dar un cachete al crío. Hay padres que se tiran horas jugando con sus críos para “crear el vínculo entre padre e hijo”. Les compran, literalmente hablando, cientos o miles de juguetes. Se les da chucherías y alimentos grasientos para tenerlos conformes (y gordos, los terceros más gordos del mundo, que ya es decir).
    – En arte. El experimentalismo, como forma de iconoclastia y compulsiva huida del pasado, ha alcanzado límites sencillamente demenciales. Las galerías de arte moderno repiten hasta la saciedad un mensaje vacuo y ridículo que ya nadie comprende. Torsos descuartizados, excrementos, basura y mil deposiciones escatológicas infaman las salas de “arte”. Vargas Llosa ha denunciado lo que él cree la muerte del arte. Es imposible degradarlo más. Sólo falta enterrar el cadáver.
    – Filosofía. Buena parte de lo que hoy se llama filosofía no es más que un sórdido intento por epatar al lector con una jerga abstrusa y disparatada. El libro de Sokal y Brickmont, “Imposturas intelectuales”, denuncia el lamentable estado del pensamiento crítico contemporáneo.
    – Derechos humanos. La progresía lleva a extremos insólitos su “solidaridad” con las culturas diferentes a la Occidental. Sé de señores con estudios universitarios que no son capaces de condenar la horripilante ablación del clítoris en muchas tribus y aldeas africanas. Uno tiene que preguntarse si está ante personas en su sano juicio o ante locos escapados de un psiquiátrico.

    No quiero cansar más. Podría seguir casi indefinidamente pero creo que con lo anterior será suficiente para ilustrar la idea que aquí expongo. Detrás de tantos y tantos delirios hay un troquel ideológico que hace de matriz generadora: todo es relativo, nada es mejor que nada, nada es verdad ni mentira, no a todo atisbo de elitismo, no a la tradición, igualitarismo a rajatabla, etc. El miedo no es sólo a ser tachado de machista; también miedo a ser considerado clasista, colonialista, fascista, retrógrado, liberticida, racista, discriminador, obsoleto…

    Todo se ha ido radicalizando, poco a poco o mucho a mucho. Los ideales feministas también. Cada nueva generación de feministas ha ido ampliando sus reivindicaciones hasta alcanzar el más puro núcleo del victimismo y la paranoia. Los políticos, por su parte, han ido favoreciendo ese recrudecimiento. Han apoyado los movimientos cada vez más radicales para no quedar fuera de juego, para no dejarse ganar por la competencia. Los políticos han ejercido más bien de oportunistas.

    ¿Se creen las feministas radicales sus reivindicaciones? Sí, a pies juntillas, porque tienen la ingenuidad del fanatismo. Aído y las suyas no tienen capacidad para manipular con inteligencia. Lo hacen, como bien decís, con gran descaro. Ese descaro es prueba de que se creen lo que dicen, que no hay doblez. Son ingenuas. Pero cuidado, porque la ingenuidad no es bondad.

    Un saludo.

  13. febrero 6, 2010 5:03 pm

    Jope, con el nivel de los comentaristas. Va por Raus esta vez.

    Por decir las cosas a medias, dejo muchos huecos en mi teoría. Yo no estoy convencido de poseer la verdad, es que no me cuadra otra mejor que la mía. Estoy abierto a que se me convenza de otra mejor o que encaje con más naturalidad (más razón) en lo que está ocurriendo.
    Trataré de -siendo esquemático- no dejar cabos sueltos esta vez. Inevitablemente me toca lanzar algo de ¨tocho¨:

    Considero las peorías conspirativas cortinas de humo para tapar una verdad evidente. Ejemplo: el FMI, unas cuantas corporaciones y la Banca Mundial, dictan al mundo como han de proceder so pena de asfixiar económicamente a un país y hundirlo. ¿Está claro, verdad? Nombres y apellidos: FMI, BM y corporaciones. Tenemos la realidad ¿cómo hacemos para taparla?: creamos un fantasmagórico Club Bildelberg que se reúne en sótanos siniestros de recónditos castillos…
    Resultado previsible: los que creemos que alguien mueve los hilos del mundo somos unos chalados. Unos conspiranoicos… Gracias, Estulín, gracias Bildelberg. No sé si tanto poder tiene el club, que maneja todos los medios de comunicación, cómo has podido publicar y cómo no estás ya muerto flotando en el Támesis.

    No considero que la Aído & happy family sean más que títeres en toda esta jugada. Ni las feminazis de calle, que como bien apunta Raus ¨se creen sus propias gilipolleces¨, son más que actrices (aunque parezcan actores algunas) de toda esta tragedia bufa montada desde un par de escalones por encima de ellas.

    Tomemos ¨otras cosas¨que ocurren al tiempo que al feminazismo le insuflan viento en las velas desde los medios de comunicación (efectivamente en manos de corporaciones) y en forma económica por los gobiernos títeres:

    Otro apunte de Raus: degradación de la educación. Relativismo moral que forja peleles que serán incapaces de asumir la frustración, en vez de forjar hombres y mujeres con sus cicatrices y su capacidad de resistencia para asumir la vida tal cual.
    Seguimos con Raus, que al igual que Perera y el anfitrión de este blog, quizá no coincidamos del todo pero creo que vamos bien encarrilados: un multiculturalismo donde el malo siempre es el más culto, el más preparado, el más despierto y concienciado para combatir una posible neoesclavitud de la que otras culturas aún no han ni salido de la antigua: el occidental. Y de nuevo tenemos a los medios de comunicación bombardeándonos con lo malos que somos los occidentales y lo buenos que son las otras culturas. Sírvanse ver la tramposa (y carísima) ¨Avatar¨.

    Añado de mi cosecha: fomento descarado de la homosexualidad. Vamos, casi que ser maricón te da estatus de ser superior.

    En estos datos que hemos visto, no hace falta que me extienda porque ustedes viven en el mismo mundo que yo y leen y se les ve informados.

    Bien, atemos cabos: se está fomentando 1) los valores femeninos FRENTE a los masculinos. 2) los valores de otras culturas frente a los occidentales. 3) la homosexualidad frente a la heterosexualidad PATRIARCAL (ataque a lo masculino de nuevo) 4) una educación no basada en la lucha y en el sacrificio; basada en la ñoñería y la debilidad victimista llorica.

    Si sumamos, a mí me da que se está atacando, degradando y haciéndola ver como ¨mala¨o ¨despreciable¨a la masculinidad. Concretamente al varón, blanco heterosexual.
    Sumemos a esto que se está educando para en el futuro tener peleles incultos, carne de cañón.

    ¿Por qué? ¿A quién puede interesar esto? ¿Existe la casualidad que haga coincidir factores tan concretos y todos en la misma dirección? De no ser así (no existir tanta casualidad) ¿Quién tiene capacidad para haber hecho que estos factores converjan al tiempo? ¿Quién tiene el poder de hacer bailar a los gobiernos como títeres? Qui prodest?

    Ya me conocen: soy orwelliano: <>

    Al parecer, amigos, en el ¨cómo¨ están actuando coincidimos. Mi ¨por qué¨ es el siguiente: el varón blanco heterosexual es el más preparado para luchar contra una neo esclavitud. Es agresivo, culto aún, tiene conciencia, está muy subido a la parra en plan sindical-obrero…
    Se está lanzando a ¨mujeres¨, ¨indios¨y ¨homosexuales¨ contra ese varón occidental. Las comillas indican que ni todos se dejan lanzar ni todos se creen esta estafa. Extraños compañeros de viaje que se degollarán entre ellos si lograsen el objetivo hacia el que se les empuja. Sumado a eso una glorificación del aborto, de la escasa natalidad y de la destrucción de la familia como célula social básica, en el mundo quedarán a no mucho tardar, otros pueblos bastante más fáciles de manejar que el nuestro. Y cuando el nuestro no esté, el que – a pesar de lo mal que a veces hayamos hecho las cosas- ha logrado derechos increíbles para machos, hembras y etnias discriminadas, que se aprieten el cinturón los que queden.

    Feminazis, multiculturalistas y progrehistéricos en general = tontos útiles que además se creen ¨guays¨y ¨concienciados. O sea, retontos.

    Disculpen el tocho, me habré dejado inevitablemente datos que avalen lo que pienso pero he tratado de ser conciso y claro.

    Saludos.

  14. febrero 6, 2010 6:33 pm

    Estimado Desclasado, gracias por sus palabras. Por favor, no vaya usted a creer que yo considero loco a quien crea en teorías conspiratorias. En realidad, usted puede llevar razón o buena parte de razón. Quizá maneje datos que a mí me falte considerar. Insistiré en la idea de que no niego que existan contubernios, sino que me parece que no es posible ejercer un control muy fino sobre el comportamiento humano. Evidentemente, cualquier persona inteligente sabe por instinto cómo reducir el margen de “libertad” de sus semejantes. A través del miedo, la represión o la zanahoria en las narices es posible prever con bastante fidelidad qué harán o dejarán las personas. Si yo infundo miedo a la gente sobre el peligro “rojo”, “amarillo” o “musulmán”, estaré allanando el camino para poder implantar la política intervencionista que yo desee. Eso es cierto. Ahora bien, creo que esas técnicas tienen sus límites y que no pueden explicar muchas otras cosas. Entre ellas, ésta que aquí discutimos.

    He intentado exponer una serie de ejemplos en que la radicalización de ciertas ideas o ideologías tiene un origen espontáneo que –eso sí- los gobernantes demagogos tienden a aprovechar oportunistamente. El apoyo oportunista del político de turno refuerza el impulso espontáneo. Es decir, la espontaneidad del pueblo y el oportunismo del político se alimentan mutuamente. Por otro lado, el oportunismo del político puede ser, en realidad, sincero; es decir, se aprovechará de una ola ideológica con la que está de acuerdo. El origen espontáneo está, como he dicho, relacionado con determinados cambios materiales, necesarios para que ciertas ideas más o menos latentes puedan cobrar relieve y cuerpo.

    Podemos entender que los gobernantes hayan hecho apología interesada de la ideología feminista de género para ganarse el voto femenino. Ello explicaría en buena medida su radicalización demencial. Lo que ocurre es que otros ámbitos ideológicos se han radicalizado por su –yo diría- propia dinámica igualitarista interna. Así, por ejemplo, ¿por qué se ha radicalizado el arte moderno hasta llegar hasta sus escatológicos estertores? Sí es cierto que ese proceso de radicalización ha contado con el apoyo oficial, pero ¿con qué objeto? ¿Para conseguir el voto de la clase artística de vanguardia? Es dudoso, porque, en realidad, la cultura popular, pese a ser adepta al igualitarismo, no comprende ni compra arte moderno. Sorolla gusta a todo el mundo, pero no el “artista” que expone sus excrementos en una sala de arte, y creo que con razón. Son muchas las personas que lo consideran una tomadura de pelo. El mayor banco de votos no está en los pseudoartistas de postín. ¿Por qué, entonces, se ha radicalizado el arte en el sentido descrito? Porque el artista moderno y el críptico crítico tenían que apostar por la lógica igualitarista general, tenía que aplicar los principios relativistas a su objeto de trabajo. Si el artista moderno hubiese renegado de esa lógica iconoclasta, ya no sería moderno, y sería rechazado por el común de sus colegas. En fin, ya seguiré.

    Un saludo.

  15. febrero 6, 2010 7:05 pm

    Yo no es que sea tampoco especialmente «conspiranoico» (en todo hay grados, también) pero algunas coincidencias son bastante sospechosas. Yo no digo que exista un grupo reducido que «mueve los hilos» de la mayor parte de la población del planeta, pero a menor o mayor escala, veo grandes elites que se aprovechan de su situación para beneficio propio. Esto tampoco es tan extraño, cualquier hijo de vecino en el fondo hace lo mismo: usa el poco o mucho poder que tiene para conseguir lo que quiere. A más poder, más eficacia, supongo. Pero a lo que iba, que algunas coincidencias son precisamente eso, demasiado coincidentes. Por ejemplo, recuerdo que en mi juventud, se nos martilleaba en el colegio con que la formación profesional era una alternativa muy válida para dar salida a los estudios, en los medios, incluso recuero publicidad institucional en la televisión impulsándola. Por otro lado, en la enseñanza universitaria, continuos y absurdos cambios de planes de estudios, aburrían a los universitarios, hasta el punto en muchos casos de hacerlos desistir en su intento. Paralelamente, gran bajón del nivel educativo, y también paralelamente, puertas abiertas para la inmigración en España. ¿Y todo esto qué tuvo como resultado? Pues la verdad, como digo, no sé si sería casualidad, pero este entramado educativo-social le vino de perlas a la banca y a los promotores inmobiliarios: mano de obra de sobra, que venía por un lado de los nacionales acogidos a la FP, que en su mayoría estaba enfocada a la construcción o a las industrias auxiliares de ésta. Por otro lado, los inmigrantes, mano de obra más barata, y necesaria para sacar adelante ese boom de la construcción. Y bueno…despues ya sabemos todos lo que pasó: el que supo «salir» a tiempo de ese negocio, se hizo de oro, bancos incluidos (no olvidemos, esta semana Santander presentaba unos excelentes resultados, incluso inmersos como estamos en la crisis). Las piezas encajan, y es como si ciertas elites se beneficiaran de medidas sociales, que claramente fueron premeditadas (una ley de extranjería no se saca adelante por azar).
    Ya luego cabe preguntarse si el poder de ciertas elites es capaz de conformar las tendencias sociales, o esa elite es tan poderosa que saca partido de cualquier situación social.
    Pero bueno, al final casi que daría lo mismo una hipótesis u otra. El resultado, viene a ser el mismo.

  16. Desclasado permalink
    febrero 6, 2010 7:09 pm

    Raus: nada que excusar, en ningún momento he pensado que nadie me tachase de chalado. No hay caso con ustedes. Si me expresé explicando por qué no creo en teorías de la conspiración fue para aclarar posturas.

    Entiendo que su visión es una retroalimentación entre una cierta espontaneidad provocada por la inercia social del igualitarismo, y el aprovechamiento de la casta política de esa inercia que a su vez potencia y alimenta.

    Es una visión razonable, pero que me lleva a la misma espiral: ¨¿Por qué ese igualitarismo?¨ ¿A quién interesa esa tabla rasa y lo mismo da burro que sabio? (Y el sabio pierde en esta igualación y con él la humanidad).

    Me subo un escalón más y pienso en proyectos de ingeniería social. No sería raro: los utilizó Roma, la Iglesia, Stalin, Gringolandia… Lo que sería, lo que creo que es, es un proyecto de un calibre, tanto por globalidad como por técnica y alcance, de una espectacularidad no vista hasta ahora, como corresponde a los tiempos.
    Los proyectos de ingeniería social sabemos para qué se han aplicado: para tener un pueblo obediente a su clase dirigente. Un pueblo convenientemente ¨dirigido¨.

    Siendo que el caso que nos ocupa, el feminazismo de género, en realidad no trae por sí solo ni votos: los partidos feministas a palo seco no alcanzan en el mejor de los casos el 5%, la solución pasa por hacer a todos y todos lo son hoy, transversales, que el género ocupe parte de su agenda. A los partidos los financia la banca.

    Acabo hasta otro día que sigamos: el igualitarismo a ultranza siempre es a la baja. Debemos de igualarnos con el menos dotado. ¿A quién puede interesar una sociedad de peleles burros? ¿Quizás a quien quiera dirigirla?
    Citó antes a Marvin Harris: las sociedades ponen remedios de manera espontanea, a veces drásticos a veces camuflados de teísmos, a sus males. Este mal en el que estamos a la sociedad no le interesa y de hecho estamos alzando voces en contra. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Pero desde las alturas insisten en que esto es lo que nos conviene…

    Saludos y gracias por sus aportaciones.

  17. Desclasado permalink
    febrero 6, 2010 7:13 pm

    Cambio social: escribió mientras yo respondía: estoy bastante de acuerdo con sus sospechas, sospecho lo mismo: gana la banca.

    Saludos.

  18. febrero 6, 2010 7:57 pm

    Un blog cuanto menos interesante, es el del Señor Mario Conde:

    http://www.marioconde.org/blog/

    En su libro «El Sistema», narra el entramado de relaciones y jerarquías de las elites que le llevaron a la cárcel. Yo no sé si lo que dice este hombre es verdad o es mentira, ni puedo saberlo, pero como dicen los italianos «puede no ser cierto, pero está bien pensado». Está claro que hay una oligarquía que cuando que ve competencia, intenta minimizarla, y mueve sus piezas de poder para evitarlo.

    Pero bueno…eso ya es tema para posteriores entradas.

  19. febrero 8, 2010 4:20 am

    Verdadero credo femenino:
    Creador te maldecimos todas las mujeres por negarnos un pene y testiculos.
    Eva cometio el error de no castrarte, en respuesta a la maldicion que le mandaste.
    Diste privilegios a tu engreido Adan
    Hemos logrado revertir tu creacion, haciendo de tus preferidos varones, esclavos nuestros,haciendo de sus vidas miserables.
    Hemos logrado facilmente que nos vean hermosas con algunas pinturas, y cachivaches.
    Tenemos ahora control del mundo, manejamos todo a nuestro antojo.
    Pero falta mujer realizarte en tu destino final en esta tierra que es castrar fisicamente al hombre.
    ¡ Armate de valor mujer¡, duerme a ese hombre con quien duermes con una droga, toma el cuchillo y castralo sin piedad solo asi estaras realizada en este mundo, de nada te valen hijos, titulos y dinero si no lo haces.
    Ese es el secreto mas sagrado de todos los tiempos y la verdadera causa de nuestra existencia

  20. febrero 8, 2010 8:59 am

    Totalmente en desacuerdo con su escrito, Josefa. Esa tesis nos lleva directamente adonde no queremos estar: la lucha de sexos es natural e inevitable. Y eso es mentira, es creada y alentada.
    Las de la envidia del pene freudiana existen, pero tomarlas como representación de la feminidad es una sandez. Hombres y mujeres comparten viaje por la existencia y son complementarios, lo demás es contranatura.
    Con lo último que quiero colaborar es a alentar la lucha hombres contra mujeres en las que las feminazis han caído. De tontas útiles que hagan ellas, no nos sumemos.

    Saludos.

  21. febrero 8, 2010 2:15 pm

    Antes de nada. Como apunta Cambiosocialya, nuestras diferencias teóricas no son, probablemente, lo más importante. Porque, con independencia de ellas, nos une el común rechazo al feminismo de género, o degenerado, podríamos decir.

    Bueno, es cierto que muchas veces gana la banca. Insistiré otra vez, estimados amigos, en que no descarto la existencia de contubernios, sino que no creo que sean la pieza fundamental para explicar ciertos fenómenos sociales. Pregunta usted, Desclasado, que por qué el igualitarismo. Bueno, creo que hay aquí, como casi siempre, una combinación entre ideas (supraestructura) y cambios materiales (infraestructura). Reparemos en que ya en la Revolución Francesa, Olympe Gouge, fue una ferviente y valerosa defensora de los derechos de la mujer. Es evidente, creo yo, que el feminismo de esta mujer no fue programado por ninguna mano oculta. Era un feminismo justo y sincero. Auténtico. No es un ejemplo sobre el que debamos de pasar de puntillas, pienso yo. Es lo suficientemente esclarecedor de la potencia del espíritu humano, de su capacidad para imaginar nuevas formas de vida a partir de la conciencia de que todos los seres humanos tenemos las mismas necesidades básicas y la misma dignidad. Ahora bien, hacían falta cambios infraestructurales y estructurales para que el feminismo se implantara en nuestras sociedades.

    Verá, amigo Desclasado, a mi juicio el igualitarismo que hoy arrasa el sentido común de Occidente es un retoño degenerado de la Igualdad social que ya los ilustrados y el pueblo franceses reivindicaron en su Revolución (Libertad, Igualdad, Fraternidad). No hubo entonces, en aquella revolución, unas manos ocultas que manejaran hilos con oscuras intenciones lucrativas. Las reivindicaciones eran tan sinceras y auténticas como lo fueron las de Gouge. La Revolución del Mayo del sesenta y ocho, fue, a mi entender, igualmente auténtica. De hecho, yo diría que ningún poderoso se sintió cómodo con la enjundia de aquel movimiento. Cierto es que no sirvió para derrocar el capitalismo. Ni mucho menos. Las experiencias hippies (vivir en comunas según los principios de la revolución) no dieron los resultados apetecidos, más que nada porque en muchas cosas se obraba contra natura. Por ejemplo, lo del amor libre pudo sonar muy liberador y magnífico –especialmente para los hombres-, pero el enamoramiento existe y los celos también. Por otro lado, es fácil predicar a favor de una vida “naturalista”, pero muy difícil desprenderse cabalmente de las comodidades y adelantos que ofrecía el mercado libre, el cual, para existir, necesita del libre juego empresarial y la competencia de los productores (otra cosa es que el liberalismo económico pueda llegar a ser suicida si no se le pone límite a su dentellada, pero esto es otro cantar).

    La cuestión es que la maquinaria del capitalismo no se vio resentida por aquel movimiento izquierdista-utópico; sin embargo, quedaron grabadas en nuestras sociedades bastantes de sus consignas, a veces para fortalecer una igualdad social justa, pero, andando el tiempo, para degenerar, al fin, en un igualitarismo a presión cuyos rasgos pueden advertirse, como dije, en múltiples caras de la realidad social: arte, derecho, multiculturalismo, relaciones sexuales, filosofía (fobosofía), educación, enseñanza, etc. Observen, amigos, que la degradación de todas estas cosas sigue un patrón común a todas ellas. Es decir, la aplicación sistemática de los principios igualitaristas acaba degradando todo aquello que toca, a modo de invasión de Atila. El relativismo, que es parte del credo igualitarista, supone la defunción de todo aquello a que se aplica.

    Y reparen en otra cuestión de no menor envergadura e importancia: el igualitarismo es tan sumamente pernicioso para la civilización que, de no ponerse los medios para frenarlo, corremos el serio riesgo de asistir a su mismo óbito. Lo digo en serio. No voy a explicar aquí el proceso de degeneración del pensamiento que nos ha llevado, por ejemplo, a que cada vez haya menos estudiantes de ciencias e ingenierías en todo el orbe occidental (consúltese “La razón estrangulada”, de Carlos Elías). Lo digo sólo como un ejemplo más de los efectos deletéreos del relativismo y el igualitarismo (y creo que el amigo Cambiosocialya estará muy de acuerdo en este punto). La decadencia intelectual en que nos hallamos es clara y evidente para quien quiera ver sin prejuicios. Los sesudos de la banca quizá se hayan lucrado, ciertamente, con el entontecimiento general de la población, pero si su intención es seguir lucrándose indefinidamente, han errado el tiro. Sí, porque la masa ingente de estudiantes que no saben hacer una “o” con un canuto, es de espanto. Y, amigos, esos estudiantes “educados” y “formados” bajo principios relativistas e igualitaristas no podrán ser, ni siquiera, bobos y acríticos consumistas, por la sencilla razón de que, si esto no cambia pronto, no habrá gran cosa que consumir: no habrá productores preparados e inteligentes. El diseñador social (banquero o lo que sea) que piense sólo en “fabricar” tontos consumidores, estará ensayando una forma de suicidio económico a medio-largo plazo. Y yo, francamente, no puedo considerar que alguien que decide cargarse la civilización sea alguien muy inteligente. Se habrá conducido como el más impulsivo consumista: lo quiero todo y lo quiero ya. Sí, pero si tu codicia no te permite entender que lo que haces es preparar una debacle sin precedentes, antes o después caerás con los demás, y muy listo no eres. Quizá, sí, hayan asegurado su existencia en el boato y el lujo, pero a mí me da que un diseñador orgüeliano que se precie deseará un estado social equilibrado, no un sistema tan inestable que amenace con su mismo colapso. Un sistema de control orgüeliano necesita una buena masa de consumidores poco críticos con el sistema, de una ciudadanía de meninges laxas, pero también de una pléyade de productores preparados e inteligentes que sepa seducir a los consumidores con “necesidades creadas” en el laboratorio y la fábrica. Pero si caes en la tentación de programar un sistema que aborregue a la mayor parte de la población, que la deje en un estado de casi analfabetismo, tu programa se hundirá con el mismo hundimiento de la sociedad que intentas manipular.

    En fin, aunque discrepemos en estas cosas, me alegro de leer sus aportaciones. Y, lo más importante, que estemos en el mismo barco, luchando contra los excesos del igualitarismo y el feminismo: contra la decadencia de la civilización.

    Saludos.

  22. febrero 8, 2010 3:21 pm

    Mi teoría orwelliana, por ser eso, orwelliana y ya estar escrita, aunque sea en forma de novela, tampoco presenta fisuras en ese aspecto: una mínima élite intelectual sobra y basta para seguir científicamente creando avances tecnológicos que deriven en productos para el neo consumismo de masas aletargadas. De hecho ya ocurre: cada día somos más burros pero cada mes sale al mercado un nuevo ¨ipod¨(por poner un ejemplo). Puede que a alguien le interese que no seamos todos tan listos, con tener cuatro comprados le baste.

    Pero en fin, con franqueza: yo no sé a cierta ciencia si en este caso la función crea el órgano, el órgano crea la función, o ciertas élites tienen el poder y la información necesarios para sacar siempre tajada de cualquier inercia histórica.

    Lo que me preocupa, no es tener razón en el detalle. Lo que me preocupa es que los que estamos aquí hablando, por diversos caminos vemos el mismo fin: la civilización se nos va al garete si seguimos en esta linea. Je… Hubiese preferido que estuviésemos equivocados, pero parece que coja cada uno la vía que más le ajuste, acabamos en idéntico destino.

    Saludos.

  23. febrero 8, 2010 5:23 pm

    En efecto, Desclasado, el problema es que la civilización está seriamente amenazada. Puede ser que, en efecto, un pequeño grupo de científicos baste para los fines de una minoría gobernante. No lo sé. Creo -insistiré en esta idea- que esto se nos ha ido de las manos. No sé si a una pequeña elite que maneja hilos a la sombra o, más sencillamente, que la mecánica degeneradora de la ideología igualitarista nos aproxima al desastre total. Los daños ecológicos son, creo yo, evidentes, y los supuestos o reales titiriteros de la banca o los gobiernos no parecen muy dispuestos a reaccionar adecuadamente. Creo que todo es cuestión de estulticia generalizada (igualitarismo) y codicia y oportunismo de los poderosos. Y todo esto último no da lugar a otra cosa que a improvisación y acciones a corto plazo para asegurar el pelotazo. Pero incluso esto está amenazado.

    Un saludo.

  24. febrero 8, 2010 6:19 pm

    Perdón, me he dado cuenta de que, maquinal y torpemente, he castellanizado la palabra «orwelliano» y la he escrito a mocosuena. En fin, para terminar con esta conversación: creo que estas discrepancias teóricas dan un poco igual. Lo que importa es desacreditar la ideología igualitarista en general y, más en particular, el feminismo de género, pues está provocando una cantidad tremenda de sufrimiento e injusticias. Hombres y mujeres debemos buscar la igualdad efectiva y no caer en la tentación de la revancha, el victimismo y el oportunismo. De lo contrario, peor para todos.

    Saludos.

  25. febrero 8, 2010 6:58 pm

    Uy, no se preocupe por la castellanización, yo lo hago constantemente con bastantes palabras.

    Y sí, podemos discutir cómo nos están fastidiando pero la cuestión es que nos están fastidiando. A todos, mujeres y hombres.

    Por cierto, Raus, no puedo dejarle un comentario en su blog, ni como anónimo ni como cuenta Google.

    Saludos.

  26. febrero 8, 2010 7:08 pm

    Miraré lo del blog, Desclasado, porque resulta que llevo dos días en que ni yo puedo entrar. A ver si logro solucionarlo en cuanto pueda. Y a ver si puedo entrar en su blog y participar en él.

    Un saludo.

  27. febrero 8, 2010 9:45 pm

    A mi me gustaría hacer algunas precisiones a tenor de lo que estáis diciendo.
    Es cierto, que muchos movimientos sociales nacen con buenas intenciones, de buena fe, incluso algunos, como los que citáis nacieron conteniendo una gran parte de inocencia y candidez. Yo desde luego puedo estar de acuerdo (es más así lo creo) en que el feminismo nació como reacción a una situación evidentemente injusta para la mujer, situación intolerable en muchos casos. Pero la utilización interesada del feminismo, su perversión, su uso a diestro y siniestro, es decir, la extensión de una ideología desbocada, a sabiendas de que causa perjuicio a la sociedad, eso también me parece intolerable. Y es curioso que este tipo de evolución de las ideologías se da demasiado a menudo. Una ideología, a veces incluso revestida de cierto utopismo, en un primer lugar arranca como un movimiento auténtico, pero por el camino topa con lo de siempre: con la naturaleza humana, con una serie de individuos (a veces incluso con rasgos psicopáticos) que anteponen su interés al interés general, y convierten una ideología que podía ser muy válida para mejorar la sociedad en todo lo contrario. Y esto ha pasado con movimientos políticos, sociales, económicos, religiosos y de todos los órdenes que queramos citar.
    De hecho eso es lo que muchas «filosofías» orientales intentaban: para cambiar la sociedad, primero cámbiate a ti mismo. Porque sabían que era inútiles una y mil ideologías bienintencionadas si se daban de bruces contra la suma de unos individuos que a la primera de cambio iban a tirar al monte; es decir, que se iban a dejar llevar por sus instintos y su interés.
    Y ese fue el problema, y este ha sido el problema, y mientras no deje de serlo avanzaremos a trompicones, con el peligro de descalabrarnos a la primera de cambio.
    Imponer la cordura en un mundo con tantos intereses contrapuestos no es fácil, pero ha de intentarse. Por nuestro bien y por el bien de los que están por venir.

  28. febrero 9, 2010 3:08 pm

    Sí, Cambiosocialya, ese es el problema, que las ideologías por las que nos regimos sean utópicas, que estén construidas de espaldas a la realidad. El igualitarismo se inspira en un terrible miedo, en parte comprensible, a la naturaleza humana. Pondré algún ejemplo. Lo voy a tomar del mismo feminismo de género para no salirnos del tema de la entrada: la violación. El feminismo de género considera que los hombres violan a las mujeres para someterlas a un estado de terror patriarcal. Mediante la violación y la amenaza de la violación, el hombre consigue la sumisión de las mujeres. Por eso se habla de que tal o cual mujer ha sufrido una “agresión sexual”. Al hablar de “agresión”, se está señalando que la intención del violador es “dañar” a la mujer, infligirle un mal como forma de castigo y amenaza. Las feministas radicales niegan que el violador acometa su felonía para obtener placer sexual. Esto es un disparate de un calibre tremendo, pero forma parte del discurso oficial de las feministas. La verdad es muy otra. El violador no viola para mantener a la población femenina en un estado de sumisión, ni nada remotamente parecido. Viola para obtener placer sexual. ¿Pero por qué dicen esas cosas las feministas? Porque prefieren pensar que el violador viola a las mujeres DEBIDO a que ha recibido una EDUCACIÓN MACHISTA. Y, en tal caso, bastará con educar o reeducar a la población masculina con valores igualitarios (de respeto a la mujer) para que la violación desaparezca de la faz de la tierra. Las feministas han convertido una conducta de carácter bio-psicológico en una cuestión de educación igualitarista (la cual, debe decirse, NO funciona cuando se da a los presos por violación). No admiten que el impulso sexual incontrolable para algunos hombres sea una cuestión natural. Prefieren creer que es aprendida. Y, como psicólogo, puedo dar fe de que la mayor parte de los colegas con quienes lo he hablado, se creen bobaliconamente la teoría feminista de la violación. Comprensiblemente, la población femenina tiene miedo a ser violada. Es un miedo natural, espontáneo, no un miedo inducido por unas cuantas manos operando en la sombra. O eso pienso.

    Ahora bien, es totalmente cierto que, de rebote, esta teoría feminista sobre el origen de la violación podría ser defendida cínica y astutamente por los gobernantes no ingenuos. Por aquéllos que supiesen que los violadores No violan PARA mantener sumisas a las mujeres, sino PARA obtener placer sexual. O podría ser que algunas feministas inteligentes defendiesen esa teoría para extender, mantener y perpetuar su poder político. ¿Por qué? porque como, se haga lo que se haga, siempre van a existir, desgraciadamente, violaciones a mujeres, su misma existencia servirá para que las feministas nos digan: “lo ven, todavía seguimos viviendo en un régimen machista; todavía se sigue educando a los hombres para que amedrenten y sojuzguen a las mujeres.” Como jamás será posible erradicar la violación por completo, cada caso de violación será presentado como una PRUEBA de que seguimos viviendo en una sociedad machista.

    Esto, en realidad, puede extenderse a cualquier caso de maltrato a la mujer. Si, según las tesis feministas, los maltratos infligidos a algunas mujeres son una expresión del machismo, entonces cada caso que se dé a la luz pública, será una “prueba” más de que seguimos estando en un patriarcado misógino. Las feministas no ingenuas que desearan vivir permanentemente de enarbolar su feminismo ante la sociedad, podrían estar criminal y cínicamente interesadas en que la violación y el maltrato no se erradicasen jamás. Mientras tales cosas existan, sus puestos en la Administración seguirán estando justificados.
    Ahora bien, se puede creer ingenua y fanáticamente (sin doblez) en la tesis feminista sobre la violación y el maltrato y, al mismo tiempo, mantener una conducta interesada: “1. Creo que el hombre maltrata a la mujer para mantenerla en un estado de postración y 2. Recurro a la falsificación de datos (denuncias falsas sobre maltrato o violación) para mantener la industria del maltrato y seguir viviendo de ella”. En mi opinión, ni Aído ni sus secuaces son lo suficientemente inteligentes como para NO creerse la tesis del feminismo de género sobre violación y maltrato. Se la creen a pies juntillas. Y, precisamente por ello, no dudan en manipular, con el descaro propio de quien cree obrar correctamente, los datos sociales que favorecen su perpetuación en el cargo administrativo que ocupan.

    En fin, no quisiera aburrir. Seguiré si le parece de interés.

    Saludos.

  29. José Perera López permalink
    febrero 9, 2010 3:18 pm

    SIGAMOS CON LO QUE LLAMAN VIOLENCIA DE GÉNERO

    El Preso Numero Nueve

    «Al preso numero nueve, ya lo van a confesar
    está rezando en la celda con el cura del penal
    porque ante este amanecer, la vida le han de quitar
    porque mató a su mujer y un amigo desleal
    Dice, así, al confesar «los maté, si señor
    y si yo vuelvo a nacer, yo los vuelvo a matar

    Padre no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad
    yo sé que allá en el cielo el ser supremo nos juzgará
    voy a seguir sus pasos, voy a buscarlos al mas allá.»
    ay. yayayayayyyyy

    El preso numero nueve era un hombre muy cabal
    iba el noche del duelo, muy contento a su jacal
    pero al mirar a su amor, en brazos de su rival,
    ardió en su pecho el rencor y no se pudo aguantar.
    al sonar el clarín, se formó el pelotón
    y rumbo al paredón, se oye al preso decir:

    Padre no me arrepiento, ni me da miedo la eternidad
    yo sé que allá en el cielo el ser supremo nos juzgará
    voy a seguir sus pasos, voy a buscarlos al mas allá.
    ay. yayayayayyyyy yaay»

    Hablaba el otro día de la sospechosa ausencia de referencias hacia lo que ahora llaman «violencia machista» en el ideario feminista de hace varias décadas. No me sorprende por ello que hace años las progresía española irrumpiese en clamorosos aplausos cuando Joan Baez cantaba «El Preso Número Nueve» en sus recitales. Hoy sospecho que dicha canción sería pitada y prohibida por considerarse que constituye un caso de enaltecimiento de la violencia de género. En su lugar, las mismas femiprogres que aclamaban en su juventud a Joan Baez, y una vez que han asumido las nuevas consignas relativas a la «violencia específica contra la mujer», nos hacen escuchar de forma reiterada a la muy políticamente correcta Bebe, con su tema «Malo», y esa cantinela que nos repite a modo de lavado de cerebro contra la maldad masculina:

    «Malo, malo, malo eres
    no se daña a quien se quiere, no
    tonto, tonto, tonto eres
    no te pienses mejor que las mujeres
    Malo, malo, malo eres
    no se daña a quien se quiere, no
    tonto, tonto, tonto eres
    no te pienses mejor que las mujeres…»

    Después de este inciso seguiré con el tema de la ideología de género.

  30. José Perera López permalink
    febrero 9, 2010 3:35 pm

    SOBRE LOS FINES DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
    Creo que la ideología de género cumple distintas funciones dependiendo del contexto en la que opera. En el caso español, el feminismo, convertido hoy en religión de Estado, persigue básicamente réditos electorales. Su adopción por los partidos políticos está en la misma onda que la apropiación por parte de éstos, particularmente los partidos de izquierda, de toda una serie de ideas y movimientos sociales que pueden presentar elementos de confrontación frente a lo ya establecido, y en la idea de debilitar con ello en el plano de las mentalidades a la derecha más tradicional (representada en España por el PP y la Iglesia Católica). Es por ello que la izquierda se hace más feminista que las primigenias feministas; que se hace más ecologista que los genuinos ecologistas; que se hace más pacifista que los auténticos pacifistas; que se hace más tolerante ante la diversidad sexual que los propios heterodoxos en materia de erotismo, y siguiendo la misma estrategia que ya en el siglo XIX utilizaron al apropiarse del sindicalismo para con ello captar a la clase obrera como sujeto para derrocar el orden social vigente. No es un feminismo o un ecologismo por convencimiento, claro, sino que simplemente está diseñado para captar de forma oportunista movimientos sociales y los votos de los colectivos a los que puede llegar aquel mensaje. Otra cosa es la función que cumple la ideología de género a nivel internacional y en lo que supone como filosofía de la vida, tanto en los países más desarrollados como aquellos otros a los que se trata de exportar. Porque a ese nivel no es la búsqueda de votos lo que persigue, sino el redefinir los modelos de sociedad y particularmente la institución familiar. Yo no pienso en una siniestra conspiración de una masonería internacional para imponer su orden, y al estilo de las películas de 007, pero sí es cierto que las ideologías, vienen a dar soporte a nivel de las mentalidades de lo que de hecho sucede en la realidad de la economía y de la sociedad. Los misioneros religiosos obraban y obran con absoluta buena fe de su parte, y sin que exista una secreta y perversa consigna expresa para que cumplan su trabajo, y no por eso dejan de cumplir su papel, que en su caso no es otro que servir de difusores del sistema de valores propio de las sociedades a las que representan. De igual manera, la ideología de género es un brazo más de los varios tentáculos ideológicos que tratan de expandir nuevos modelos de organización social, siempre en la lógica de los intereses de los grupos detentadores del poder de los países más ricos. Entre esas nuevas ideologías está la que se llama ideología de la independencia juvenil, que fomenta cuanto antes el abandono del hogar familiar, ridiculizando a todos aquellos jóvenes que, llegados a una cierta edad, no se han independizado. Otra de estas nuevas mentalidades es la ideología de la libertad sexual, que promueve la ruptura con todo tipo de trabas que limitan la libre expresión de la sexualidad, lo que se traduce en la mofa de todas aquellas costumbres que se consideran como propias de una cultura mojigata. En estos casos se nos presenta como propio de un mundo tolerante lo que de hecho supone la irrupción de nuevas intolerancias que vienen a sustituir a los antiguos códigos sobre lo que se consideraba pecaminoso. Así, la virginidad alabada por las culturas religiosas entra en descrédito, y la promiscuidad que antes era motivo de censura, pasa ahora a formar parte del necesario curriculum vitae que se le supone a una persona moderna y “liberada”. Y la deshonra que hace décadas sufría la madre soltera, se transmuta ahora en el escarnio que sufren todos aquellos cuya vida sexual no alcanza el mínimo de experiencia exigida. Casualmente la salida temprana de los hijos del hogar paterno supone una mayor demanda en el mercado inmobiliario, así como una mayor incorporación al mercado laboral, necesaria en la medida que la nueva vivienda no es regalada. Y también es conocido que la comercialización de todo lo relacionado con la sexualidad mueve hoy en día más dinero que nunca. No, no voy a decir que los promotores inmobiliarios sean los que propician el conflicto generacional para que los hijos se vayan de casa, ni tampoco voy a decir que los productores de películas porno sean los que están detrás de la revolución sexual, porque evidentemente sería una conclusión extremadamente simplista. Pero sí es cierto que las nuevas ideologías tienen un reflejo en la conversión en mercancías de todo lo con ellas relacionado, y que el entramado económico creado en torno a las mismas favorece su desarrollo al estilo de una rueda que gira y gira cada vez con mayor velocidad. De igual manera, la “liberación” de la mujer trae aparejada el surgimiento de nuevos modelos culturales que, como causa o consecuencia, conlleva la aparición de nuevos nichos de mercado para las grandes empresas. Pensemos en lo que supone la incorporación del público femenino al consumo del tabaco, lo que implica una duplicación de los mercados para las grandes compañías del sector. No es difícil imaginar que los accionistas de la Philip Morris no encontrarán atrayente el ambiente de unas monjitas del Opus Dei, donde sólo se respira aire de santidad…, mientras que verán con buenos ojos la humeante atmósfera que suele existir en los locales donde se reúnen nuestras feministas, cuya adicción al tabaco es bien conocida (María Teresa Fernández de la Vega era fumadora hasta hace pocos años; Bibiana Aído lo es, y la nueva directora del Instituto de la Mujer también se jacta de ello). No hace falta, tampoco, señalar la evidente asociación que en el seno de la cultura popular se ha hecho entre el consumo del tabaco por parte de la mujer, y los modelos de vida supuestamente más “modernos” y “liberados”. Sí, es cierto que los gobiernos de los países más desarrollados llevan ahora a la práctica campañas anti-tabaco, pero eso entra dentro de las contradicciones entre el particular beneficio de las empresas y el enorme coste de la atención sanitaria a los enfermos por tabaquismo. Sea el origen o la consecuencia, lo cierto es que las nuevas ideologías vinculadas con la idea de la modernidad van asociadas a la progresiva comercialización de todas las facetas de la vida social, así como también a la gradual entrada en el mercado laboral de aquellos contingentes poblacionales que tradicionalmente participaban en procesos productivos que hasta ahora no habían sido considerados como bienes y servicios sujetos a la dinámica del mercado (las tareas del hogar y crianza de los hijos). La familia tradicional compuesta de muchos miembros, autosuficiente en lo que produce y consume, rural y propensa al intercambio no monetario de productos con otras familias, así como solidaria en la ayuda mutua, no parece encarnar el modelo más propicio bajo el que desarrollar el nuevo capitalismo que viene. Es la conversión de todos los actores del sistema en miembros asalariados del mismo, y la también comercialización de absolutamente todas las necesidades vitales lo que define a las nuevas sociedades modernas, donde todo se rige mediante el intercambio del dinero. Dinamitar los núcleos familiares tradicionales y su sistema de valores (propensos al ahorro, y no al consumo), por considerarse obsoletos a los ojos del mercado, es el trabajo a realizar por nuestras feministas. ¿Por qué ellas? Pues porque la mujer ha sido tradicionalmente la encargada de transmitir en el seno familiar la esencia de la organización social. Esa actividad no era remunerada antes, cuando a las madres les tocaba dictar códigos morales a sus hijos, y sí es remunerada ahora, por aquello de la ya citada mercantilización de todos los aspectos de la vida, cuando las mujeres son abrumadora mayoría en las facultades de educación. El patriarcado, como sinónimo de sociedad tradicional paleocapitalista, es ya un modelo anticuado que urge eliminar, y con la misma lógica que las grandes superficies comerciales liquidan al pequeño comercio de base familiar. De igual manera que las revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX borraron gran parte de las formas de organización social precapitalista, el feminismo enarbola hoy en día la bandera ideológica encargada de legitimar en el ámbito de las mentalidades los cambios necesarios en la familia para la profundización de los mercados en todo aquellas facetas que antes no lo eran. Los costes sociales que conlleva este reajuste son asumidos por los instigadores intelectuales del mismo, porque aunque a veces acaben convirtiéndose en víctimas colaterales del monstruo que ellos mismos han creado, el sistema queda intacto. El resto de los caídos corresponde no a los sujetos que promueven el cambio, sino a los que lo sufren. Porque a diferencia de otras revoluciones de la historia, nunca antes cambio social o político alguno se operó sin sufrir en carne propia la represión y tortura que los poderosos, temerosos de perder sus privilegios, ejercían sobre los agentes que promovían el derrocamiento del antiguo régimen. Pocos mártires cuenta el feminismo en su seno. Algo lógico, pues difícilmente es de temer algo que surge en el seno de los más favorecidos, y que no supone peligro alguno a la hora de cuestionar el reparto de la riqueza y los privilegios de clase. Es tan sólo una redistribución de los roles, y que beneficia en la esfera de los poderosos tanto a ellos como a ellas. Todos sabemos que los partidos políticos no son organizaciones democráticas, sino que funcionan según un esquema jerárquico al estilo de una mafia clientelista. También es de sobra conocida la existencia de relaciones fuertemente endogámicas en el seno de esos partidos. En ese contexto, la existencia de listas paritarias, donde se incluye con calzador a mujeres en las candidaturas electorales, supone, en la práctica, el enchufe legal de las respectivas esposas, amantes, novias y favoritas de los varones patriarcas del partido. Esa maximización del beneficio por parte de las parejas detentadoras del poder se opera también en otros ámbitos de la vida, tales como los consejos de administración de empresas públicas o privadas (Carmen Chacón, ministra de defensa, y su marido ejecutivo de una multinacional), o en el cada vez más frecuente modelo de alternancia entre marido y mujer a la hora de detentar un cargo público (caso de Bill Clinton y su esposa Hillary). Al final la lucha prometida contra la desigualdad se queda en una reasignación de los roles de la mujer burguesa, que pasa de criar a una prole numerosa a dedicar su tiempo y energías a acrecentar los beneficios de la nuevos modelos familiares, por lo que tan contentos ellas como ellos. De la otra desigualdad, de la enorme diferencia retributiva y de privilegios sociales que existe entre Bibiana Aído y la señora de la limpieza que todas las mañanas le limpia el despacho a la señora ministra de igualdad, de esa no se habla…

  31. febrero 9, 2010 3:43 pm

    Sí, es curioso como la ideología penetra en las manifestaciones culturales.
    Supongo que forma parte de ese «ambiente» que se va respirando y al final lo inunda todo.
    Aunque tampoco hay que descartar que los artistas también intenten sacar partido de las ideologías imperantes para así hacerse más «populares», que al fin y al cabo es lo que buscan todos.

  32. febrero 9, 2010 4:29 pm

    Pues escribíamos a la vez, parece.
    Tu segundo comentario también me provoca ciertas reflexiones.
    Lo que dices de que no faltan quienes intentan sacar partido de los movimientos ideológicos y sociales, está bien traído.
    Fíjate que empieza a surgir desde hace un tiempo, un nuevo «target» comercial: los homosexuales. Los empresarios, viendo que con una lógica aplastante, los homosexuales suelen disponer de mayor renta para consumir (suelen tener menos hijos a su cargo que los heterosexuales) se han lanzado a poner en el mercado multitud de propuestas comerciales y productos destinados a este colectivo.
    Y no es que me parezca mal que los empresarios se aprovechen de la realidad social para hacer negocio (al fin y al cabo de eso se trata, de satisfacer las necesidades de los consumidores). Lo que me parece mal es que el capitalismo no tiene ningún mecanismo (o si lo tiene no suele funcionar) para dar una dirección al consumo: nadie se preocupa de si la dirección que toman los acontecimientos, tanto en la sociedad como en el mercado, llevan a algo bueno o malo para el interés general.
    Bueno, quiero decir que nadie se preocupa hasta que todo nos estalla en la cara, como ahora que estamos inmersos en una crisis económica, cuyas raíces tal vez deberíamos buscar más allá de la propia economía: en la ideología y en la catadura moral del ciudadano medio.
    También es curioso el efecto que mencionas de una progresiva mercantilización de todo lo mercantilizable. Recuerdo que hace unos años se planteó la posibilidad de que las amas de casa recibieran una retribución por su trabajo (nunca llegué a comprender quien o qué sería el encargado de pagar). Ya por aquel entonces pensé que aquello no era más que un síntoma de esa gran tendencia que venía observando, de convertir todas las transacciones y relaciones en intercambios de carácter económico. Lo cual es totalmente absurdo y excesivo, porque es algo que debe tener un límite. Sería como si cuando transporto a un amigo en mi coche desde el bar a su casa, le pidiera un precio de mercado (el equivalente al que le cobraría, digamos un taxista) por el «servicio» prestado. O cuando en casa arreglo un enchufe yo mismo, alguien o algo tuviera que pagarme ese «autoservicio» a precio de electricista profesional.
    No todas las relaciones tienen un contenido económico. El llevar ese razonamiento hacia ese extremo, crea entelequias totalmente absurdas, como estamos comprobando en otros ámbitos aquí mencionados también.

  33. febrero 10, 2010 3:45 pm

    Buenos apuntes sobre ¨causa-efecto¨, Perera.

    Sobre el comentario de Raus: yo creo que en este caso es todo más sencillo: lo que observes desde una perspectiva ideológica, lo contaminas. Lo explico con un ejemplo real: de joven e inevitablemente en mi contexto, se me intentó adoctrinar en el marxismo. Descubrí que mirando el mundo desde una perspectiva marxista, todo es lucha de clases. Visión contaminada, visión subjetiva.

    Si aplicamos lo mismo a una visión ¨de género¨ nos ocurre lo mismo: veremos siempre machismo hasta en los árboles. En ese aspecto, supongo que las tontas de las bibianas son (de alguna manera) ¨honradas¨: como están contaminadas ellas ven machismo ¨real¨en todo.

    Saludos.

  34. febrero 10, 2010 4:43 pm

    Es que ese es el punto, Desclasado: que el igualitarismo es la lente ideológica que tiñe con su color todas las cosas que el ojo mira. Que el igualitarismo ha arrebatado al arte, el derecho, el multiculturalismo, las relaciones sexuales, la educación, la enseñanza, la filosofía, etc., todo rastro de sentido común. Su «lógica» lo ha invadido todo, avanzando sin resistencias. En no pocas ocasiones con el demagógico y oportunista apoyo de los gobiernos y las clases adineradas. El feminismo es sólo uno más -aunque de gran importancia- de los efectos deletéreos de la lógica igualitarista. La ideología igualitarista emplea todos estos adjetivos para desacreditar a quienes no comulgamos con ella: racista, homófobo, machista, xenófobo, antiecológico, clasista, retrógrado, militarista, represor…

    ¿Cómo hemos llegado a tales extremos? Lo explicaré con un fenómeno que yo llamo «vaca muerta» o «yo más que tú». Caso real. Asisto a un curso bastante largo llamado «Formador Ocupacional». Los primeros días todo el mundo quiere caer bien a los demás. A los pocos días de clase, volvemos al aula tras el almuerzo. Al abrir la puerta, una nariz muy despierta se espanta del «olor» a aire apelmazado del aula: «Oh, el aire está viciado.» Una segunda persona secunda el juicio olfativo: «Buag, es verdad, qué mal huele.» La tercera entra tapándose la nariz: «Por favor, abrir las ventanas». La cuarta, que no quería ser menos en el festival de espantados narigudos, exclama: » ¡Por Diós, qué peste!». Yo, la verdad, temí por un momento haber perdido el olfato (anosmia), hasta que alquien más seguro de sí mismo y de sus napias, se animó a decir: «Por favor, vais a acabar diciendo que huele a vaca muerta. No es para tanto.»

    ¿Qué quiero ilustrar con esto? Que cualquier juicio, valor o idea dominante en un grupo o sociedad puede llegar a desquiciarse fácilmente, pues la presencia de compañeros ideológicos, de quienes se espera su aprobación y reconocimiento, exacerba las convicciones propias hasta avecindarlas con el fanatismo. Andando el tiempo, lo que empezó, quizá, como una idea moderada, termina siendo radical y desaforada.

    Saludos.

  35. febrero 10, 2010 5:52 pm

    Conforme, Raus, es lo mismo. La perspectiva igualitarista contamina lo observado: todo es machista, racista, xenófobo etcétera.
    En este caso se podría aplicar que el machismo está en los ojos de quien lo ve, jejeje

    Pd: nada, no hay forma de publicar en su blog ni en el de su colega Guachimán.

  36. febrero 10, 2010 6:33 pm

    En efecto, Desclasado, hay potentes lentes para ver machismo por cualquier lado. Son estupendas. Incluso te permiten ver cosas donde no hay nada. De venta en parafeminacias.

    Ignoro qué pueda ocurrir para que no sea posible comentar en mi blog. Consultaré con algún entendido.

    Saludos.

  37. febrero 10, 2010 7:18 pm

    Conclusión: la ideología es una lente que cuando se mira a través de ella, lo deforma todo.

  38. febrero 10, 2010 7:54 pm

    Exacto, Cambiosocialya, lo deforma todo. Esa lente impide el juicio recto y medianamente objetivo. Las feministas de género no hacen ningún esfuerzo por entender la realidad social que aparentemente investigan. Las lentes ya les ofrecen la visión adecuada. ¿Por qué no publican las estadísticas reales sobre maltrato? ¿Por qué no dicen, por ejemplo, la cantidad de hombres asesinados por sus mujeres? ¿Por qué no publican las cifras de niños maltratados y muertos por sus madres? Increíblemente practican toda esa censura sin doblez. La practican desvergonzada y amoralmente, con el pertinente fanatismo. Si las mujeres matan o maltratan es porque son víctimas de trastornos mentales o presiones sociales intolerables. Así lo creen. Y, en consecuencia, no publican todos esos datos porque temen que la población no llegase a comprender los motivos incoercibles que llevan a una «pobre» mujer a descalabrar a su hijo o matar a su marido. Cuando, sin embargo, alguna noticia de este tipo se cuela en los medios de comunicación, hacen lo posible por explicar a los oyentes las razones sociales, psicológicas o psiquiátricas que «obligaron» a una mujer a cometer esos actos.

    Saludos.

  39. Jose permalink
    marzo 2, 2010 3:08 am

    No he podido evitar empaparme de todos los comentarios de esta web, realmente interesante. En cuanto al comentario que realizas Raus, y sin tener mucho que ver con el tema en cuanto a la profundidad en que estais inmersos, me ha hecho «gracia». Y te digo por qué. Es la explicación perfecta a lo del «villarato» de la prensa madridista. Espero que seais algo futboleros. Un saludo y a seguir así, con una mente bien despierta!

  40. marzo 2, 2010 7:31 am

    Me alegra que te parezcan interesantes los comentarios. Para mi, son precisamente las aportaciones de los comentaristas lo que más satisfacciones me da en este blog. No me cuesta admitir que sin ninguna duda muchos comentarios superan y con mucho a mis propias entradas, que algunas veces están escritas a salto de mata y sin poder invertir el tiempo que os merecéis los lectores en ellas. Así que aprovecho una vez más para agradeceros el tiempo que invertís aquí.

    En cuanto a lo del fútbol, pues la verdad, que por lo menos no es lo mío. Si a eso añadimos que ahora me encuentro fuera de España, y un poco desconectado de las noticias de por allí, pues eso hace que lo del «villarato» no me suene a nada. No obstante intentaré investigar.

    Un saludo.

  41. José Perera López permalink
    marzo 2, 2010 4:47 pm

    MÁS SOBRE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

    David Willets es un intelectual de los “tories” británicos, nada sospechoso de representar teorías subvertidoras del orden social, y autor de un libro titulado “The Pinch”. Sobre este texto gira la siguiente entrevista (véase “El mundo que viene. David Willets”. Entrevista al responsable de universidades de los conservadores británicos, en el diario El Mundo, 27 de febrero de 2010, página 22), y de la que entresacamos los siguientes párrafos:
    “Pregunta.- Usted describe en su libro Inglaterra como un ejemplo excepcional. Un país donde apenas tuvo impacto el feudalismo y donde las familias eran pequeñas, lo que propició el comercio, la movilidad social y el imperio de la ley. ¿Cómo valora el modelo opuesto? Es decir, el de sociedades europeas como la española o la francesa, influidas por el feudalismo y con familias mucho más grandes y menos movilidad social.
    Respuesta.- El carácter único de la familia inglesa explica por qué fuimos la primera economía de mercado del mundo. Básicamente porque las familias pequeñas tuvieron que comerciar entre ellas para sobrevivir. Si hubieran sido familias grandes, habrían sobrevivido a base de potenciar los lazos intrafamiliares. Pero las familias grandes españolas o italianas tienen otras ventajas.
    Pregunta.- ¿Y es esa excesiva dependencia de las familias uno de los factores de la tasa de paro española?
    Respuesta.- Por supuesto. Y lo es porque la dependencia familiar frena la movilidad social. Cuanto más unido esté uno a su familia y cuanto más dependa de las redes de favores y obligaciones de la familia, menos fácil le será cambiar de trabajo o de lugar de residencia y más difícil le será encontrar trabajo. Es algo que no ocurre en países como Dinamarca, Holanda y el Reino Unido. Los únicos del mundo donde más de la mitad de los adultos se han mudado de casa en los últimos 10 años.”

    Leyendo estas líneas, uno entiende el porqué de las ideologías y políticas tendentes a desarticular los modelos tradicionales de familia. Naturalmente que las leyes que ponen fácil el aborto y el divorcio; que propician la salida del hogar de los hijos, y la inserción de la mujer en el mercado laboral son presentadas como medidas progresistas y “liberadoras”. Tal fue también el mensaje que en los siglos pasados se empleó para justificar la liberación de los esclavos. Pero no hay que ser especialmente inteligente para adivinar que tras dicha manumisión se encontraba la intención de incorporar esa fuerza de trabajo a los procesos productivos basados en el trabajo asalariado. Al menos en el caso español, la flexibilización del mercado laboral choca con los intereses de las mafias sindicales, pues cientos de miles de sindicalistas liberados no están dispuestos a que nada cambie. Sin embargo, hay otra flexibilización del mercado laboral que toma una vía indirecta, y que goza del consenso de la mayor parte de los grupos de poder, al menos de aquellos que representan al capitalismo más dinámico y a las clases sociales en ascenso, cuyo mejor exponente político en España lo representa el PSOE. El modelo familiar del capitalismo que viene está formado por un mínimo de miembros, y con el mínimo de hijos que garanticen el reemplazo generacional. Ni muchos, ni demasiado pocos. Los comunistas chinos, totalitarios en lo político, pero que en lo económico impulsan el capitalismo, ya hace tiempo que apostaron por la familia pequeña, bajo el pretexto malthusiano de la sobrepoblación, coincidiendo con ello con el mundo capitalista más desarrollado, que igualmente favorece tal modelo familiar. No sorprende tampoco, que sea un país como los USA, que tiene una altísima tasa de cambio de domicilio ligada a la movilidad laboral, el lugar que más irradie ideología de género, a modo de evangelización para conseguir un mundo a su imagen y semejanza. Al igual que las relaciones feudales en el campo eran un obstáculo para el desarrollo de una economía de mercado moderna, la familia tradicional representa también una rémora para el libre flujo de los capitales humanos. La flexibilidad laboral implica también una flexibilidad familiar, liberando de las obligaciones familiares a los miembros de éstas, y posibilitando la libre circulación de aquellos. Por paradójico que parezca, el PSOE en España acusa de “neoliberal” al PP en cuestiones de economía, pero al mismo tiempo impulsa políticas de liberalización de la familia, que en la práctica supone propiciar lo que oficialmente critica. No es extraño que los estados modernos fomenten abortos y divorcios, máxime si tenemos en cuenta los nuevos nichos económicos que éstos conllevan, desde el negocio de las clínicas abortistas, al de las inmobiliarias que se enriquecen ante el continuo cambio de vivienda que supone la formación y disolución de las parejas en un régimen de monogamia en serie. Al mismo tiempo, la familia tradicional es un ámbito no comercializado, pues las relaciones que se dan dentro de ella no se rigen por un contrato de compraventa, sino por una reciprocidad basada en lazos de tipo no monetario. La madre de familia que da de comer a sus hijos y marido no cobra por tal servicio, cosa que sí sucede cuando tal prestación está comercializada en restaurantes y bares privados. Cuanto más pequeña sea una familia mayor necesidad tendrán sus miembros de recurrir al mercado para cubrir sus necesidades, lo que supondrá la creación de nuevas posibilidades para abrir negocios. La ideología de género es la encargada de propiciar los nuevos modelos de familia que vienen, una vez que la antigua familia numerosa y socialmente conservadora ha quedado obsoleta. Ya de por sí, la propia dinámica de la economía favorece la destrucción del antiguo modelo familiar, pero las políticas estatales favorecen el proceso, para que la aceleración del mismo incentive el nuevo orden. El capitalismo implica cambios de todo tipo, no sólo en lo económico, sino en lo social. Nuevos grupos sociales emergentes y más competitivos hacen su aparición, y pugnan por el poder político frente a los que ya lo ejercían. Los grupos sociales que desde hace varios siglos habían monopolizado el poder económico y político (en el caso español políticamente representados por el PP) se baten hoy en retirada tendencial, y se refugian en la ideología más conservadora, así como en el mundo de la religión para salvaguardar sus intereses. Su defensa de la familia tradicional se hace en la medida que son conscientes del freno al cambio que supone un régimen en el que las decisiones las toman los patriarcas. Frente a éstos, los nuevos favorecidos, los nuevos ricos de la economía, hacen suya la forma laica de gobierno, y presentan la modernización de la sociedad bajo la estética del progresismo, la ideología de género y la liberación sexual. Es una lucha en la que la derrota resultará inevitable para los primeros, no porque sus pretensiones sean ideológicamente inadecuadas, sino sencillamente porque desde el propio ámbito de la economía las cosas funcionan mejor bajo los nuevos modelos de organización social y familiar.
    La conquista de América se hizo en nombre de “Nuestra Santa Fe Católica”, y es cierto que los teólogos del catolicismo eran miembros del clero. Pero es obvio que no fue la Iglesia Católica la que conquistó aquel continente, aunque sí pudiese sacar su parte de tajada. De igual manera, las teóricas del feminismo representan a un sector minoritario de las mujeres burguesas, pero no son las mujeres ni las organizaciones feministas las que hacen política de género. Insisto en lo que ya dije en otra ocasión. No son las organizaciones feministas las que han redactado las leyes de divorcio, las leyes abortistas, la ley de igualdad o la ley contra la violencia de género, sino que son el gobierno que propone, y el parlamento que aprueba, los que realmente dictan esas leyes. No son las feministas las que han creado los institutos de la mujer de las respectivas comunidades autónomas, ni tampoco las que han creado las concejalías de la mujer de los ayuntamientos, sino que son los partidos políticos que controlan dichas instituciones los que han propiciado el florecimiento de tales organismos, presentados como un servicio público, pero que realmente esconden objetivos políticos. No son las feministas las que se dan cuantiosas subvenciones a sí mismas, sino que son las instituciones políticas las que generosamente aportan fondos públicos para alimentar a todo este entramado artificialmente mantenido. La ideología de género no es más que la fachada de todo un proceso de transformación dirigido desde arriba, y por los que han ascendido socialmente, y en la misma manera que el cristianismo fue utilizado para expandir unos modelos de sociedad y un imperio económico. El error en el que solemos caer es pensar que asistimos en este momento a un enfrentamiento entre hombres y mujeres, o como nos lo presenta la propaganda oficial, como si estuviésemos ante una lucha entre hombres “privilegiados” frente a mujeres que se “liberan” del yugo patriarcal. En realidad estamos ante lo que no es otra cosa que la adecuación de las formas familiares para un capitalismo que viene, y en detrimento de un capitalismo que se extingue; en la redefinición de los roles familiares de acuerdo a los intereses de las nuevas clases dominantes en proceso de ascenso social, frente a los modelos familiares defendidos por los que ya están en declive. Hombres y mujeres nos hacemos la guerra creyendo que el “malo” es el otro, y de igual manera que en las dos guerras mundiales los obreros europeos se mataron entre sí de la forma más bárbara, sin darse cuenta que aquellas no eran sus guerras, sino las de sus amos. Hoy no es la religión o el nacionalismo lo que se exalta, pero en su lugar ha tomado su puesto la ideología de género y todo lo considerado como políticamente correcto. Los ministerios de propaganda han cambiado de nombre, y se camuflan bajo la denominación de Ministerio de Igualdad. Lo que antes era la Formación del Espíritu Nacional se llama ahora Educación para la Ciudadanía, pero su función adoctrinadora del régimen de turno es la misma. Las religiones tradicionales pierden fuerza, y son sustituidas por creencias laicas basadas en nuevos dogmas de fe. El mito bíblico del paraíso terrenal convence ya poco, pero en su lugar la ideología de género recurre a su propio mito de origen, representado en este caso por el surgimiento del patriarcado como supuesta construcción social que sometería a las mujeres a la dictadura de los varones. He ahí el origen de la “discriminación de la mujer”, dirán las sacerdotisas de esta nueva religión laica. Y como organización social creada de acuerdo con los intereses de los varones, la misma implicaría que anteriormente existió una especie de sociedad idílica representada por el matriarcado, esa especie de eslabón perdido a cuya eterna búsqueda dedicarán sus energías las antropólogas de género. Milenios de dominación patriarcal han sobrevivido a todo tipo de transformación social, pero he aquí que de forma espontánea y sin que nadie acierte a adivinar el motivo, las mujeres toman plena consciencia de su opresión, e inician una revolución silenciosa que lleva a su emancipación. De nada sirve fijarnos en que los estudios universitarios de las mujeres feministas fueron costeados por sus padres, varones ellos tan machistas que supuestamente no querían lo mejor para sus hijas… De nada sirve darnos cuenta que las plazas de funcionarios, sector copado por las mujeres feministas, fueron creadas por políticos varones, que si lo hubiesen deseado podrían haberlo hecho coto privado de su género. De nada sirve constatar que muchas militantes feministas disponen de servicio doméstico, ya sea a tiempo completo o a tiempo parcial por medio de una criada que les va una vez en semana a su casa, y mientras aquellas realizan trabajos de oficina, lo que resulta chocante con la denuncia feminista del carácter oneroso del trabajo del hogar. De nada sirve notar que los estudiantes de una profesión tan bien considerada como la medicina son hoy en día mayoritariamente chicas, cuando lo lógico, y por aquello de tener la sartén por el mango, sería que fuesen los varones los que monopolizaran el gremio. Es la liberación de la mujer, proclamarán las feministas al referirse a ese creciente número de mujeres dedicadas a la medicina; las mismas feministas que achacarán a la discriminación de la mujer el que el sector de la informática sea mayoritariamente masculino, porque ya se sabe que la percepción de la existencia de discriminación dependerá de la conveniencia del caso. La ideología de género recurre así a una confusión interesada entre lo que son roles con clases sociales; entre lo que es división sexual del trabajo y explotación de unos por otros; entre lo que es una cadena de mando y una relación de esclavitud. El coronel no es un esclavo del general, aunque sí es cierto que existe una jerarquía entre ambos. El juez y el fiscal no son miembros de clases antagónicas, sino que simplemente se da entre ellos una división del trabajo a realizar. De la misma manera, los roles representados por hombres y mujeres en las distintas sociedades se corresponden con la mejor optimización de sus potencialidades, y no con la explotación de las segundas por los primeros. Sin embargo, el feminismo prefiere contraponer hombres y mujeres, homogenizando de forma simplista a unos y otras como sujetos con intereses enfrentados, no queriendo ver las enormes diferencias sociales que se dan dentro de esos mismos sexos, como si no hubiese favorecidos y oprimidos dentro de cada uno de esos géneros. Es el mismo discurso demagógico que contrapone a países ricos y países pobres, como si no hubiese pobres en los países ricos, y no hubiese ricos en los países pobres.
    El carácter subvencionado con dinero público que tiene una gran parte de las actividades feministas denota, por una parte, la vinculación con el poder que tal movimiento tiene, pero por otra parte da idea de su enorme debilidad sociológica, pues no es capaz de expandirse o mantenerse por sí mismo, por lo que necesita del apoyo gubernamental para subsistir, de igual manera que sucede con las empresas poco competitivas. En las bibliotecas públicas se acumulan toneladas –y no es metáfora– de publicaciones escritas “desde una perspectiva de género”, pero que nadie lee, y que sólo sirven para justificar el dinero público recibido por sus autoras, casualmente casi siempre mujeres, contraviniendo la tan promovida paridad que ellas mismas reclaman. Por eso, el día que el nuevo capitalismo se haya consolidado el feminismo pasará de moda, tan rápido como sucedió con las ideas de los movimientos fascistas del siglo XX, porque privado de quien lo alimenta y fomenta, y por innecesario, quedará relegado a la marginalidad de las sectas laicas o religiosas. Mientras tanto, las políticas de “igualdad” se seguirán haciendo en nombre de las mujeres, de igual manera que las revoluciones socialistas se hicieron, en teoría, en nombre de obreros y campesinos. Y en tanto que la cantera sea explotable, las investigadoras del feminismo seguirán buscando con lupa nuevas formas de discriminación que antes no habían detectado, porque el advenimiento de la igualdad real a la que dicen aspirar implicaría el fin de una cómoda vida dedicada a ejercer como burócratas del cambio social. En cualquier caso la propia dinámica de las sociedades modernas conlleva un proceso de transformación que se acelera gradualmente. Las modas y hábitos culturales que antiguamente pervivían durante siglos duran hoy escasos años. Las sociedades feudales duraron mucho más que los regímenes socialistas, que apenas sobrevivieron un siglo. Las órdenes religiosas fueron liquidadas por parasitarias, e igual camino de la extinción llevan las ya desacreditadas organizaciones sindicales. Pensar en ideologías milenarias es hoy un imposible, pues la tendencia generalizada apunta hacia mentalidades que sólo perviven durante unas pocas décadas. Sin embargo, a corto plazo la ideología de género lleva las de ganar, pues va de la mano con los intereses de las nuevas clases sociales dominantes, y es a éstas a las que sirve. Pero que el pensamiento único sea tan universal como los profetas del feminismo quisieran ya no está tan claro, porque nunca jamás ninguna tiranía ha conseguido acallar totalmente a sus oponentes.

  42. marzo 2, 2010 9:47 pm

    Excelente comentario, que sin duda merecería una entrada completa.
    No podría estar más de acuerdo en todo lo que dices, ni decirlo de mejor manera, ni añadir algo más inteligente que lo que has escrito.
    Así que ahí queda, enhorabuena.

  43. Hikikomori español y estresado permalink
    marzo 30, 2010 8:47 am

    Pues yo no estoy de acuerdo en que hombres y mujeres sean complementarios, me gusta la soledad y no entiendo que a la gente no le entre en la cabeza que si existen aquellos que disfrutan de la compañía puedan existir aquellos a los que les agrada la soledad, tampoco quería que me metieran en una guerra de sexos pero después de lo de las leyes de paridad, cuotas, asesinatos indirectos, pérdida de la presunción de inocencia, diferentes criteriors para marcarme con un GPS como si fuera ganado y demás tendré que defenderme, ¿no?

    culpa de esto la tienen esos hombres que sin estar programados para ello se venden a la ginecocracia arrastrándonos por el camino, me río cada vez que uno sufre injusticias y lo disfruto sobremanera cuando nos pide comprensión (tipo Neira) o el que se cree mejor que tu por tener pareja, acaba en el paro y tiene a elegir o bien pagar una hipoteca y una pensión con la excusa de unos hijos que no existen o bien ir a la cárcel.

    puntos clave son;
    – Organización y secretismo.
    – Exigencia de instituciones de enseñanza y empleo no mixtas.
    – Respetar únicamente los comportamientos femeninos autodestructivos.
    – Demonizar la vida compartida por cualquier medio.
    – Hacer de la propiedad privada algo permanente en cualquier caso.
    – Generar pobreza extrema.
    – Promoción de la igualdad efectiva, con todos sus defectos.
    – Equilibrar el número de hombres y mujeres en España.
    – Re-estructuración de las leyes.
    – Pena de muerte, pero sólo para el juez que cometa errores.

    … y así ganaremos esta puta guerra que no hemos empezado, porque tenemos el deber moral de exterminar a la plaga que está intentando acabar con nosotros con la complacencia del Estado y su puta dictadura.

  44. marzo 30, 2010 9:25 am

    Bueno, puedo estar de acuerdo al menos con parte de tu comentario.

    Respeto completamente el que disfrute la soledad, otra cosa es que quienes lo hacen y así lo sienten sean minoría o mayoría, pero por muy minoría que fueran, me parecerían igualmente respetables. Y tampoco veo la necesidad de tachar de «misógino» al que así actúa.

    Las ideologías siempre sirven a algún interés, ya lo han explicado varios comentaristas por aquí mucho mejor que yo, en lo referente a la ideología feminista o feminazi. Pero de la misma manera que sirven a esos intereses, o precisamente por eso, siempre hay beneficiados y perjudicados. Conseguir una ideología (palabra que en principio, no debería tener nada de malo) sana para la sociedad, sería uno de los mayores logros de todos los tiempos de la Humanidad. Ojalá veamos esa ideología pronto.

  45. observador permalink
    noviembre 5, 2010 11:55 am

    Buenos dias:

    No he podido pasar por alto el detalle de que el feminazismo actual, es un ataque directo y en toda regla, al hombre. Y solo al hombre. El perjudicado indirecto es la familia y en última instancia, la mujer.
    Si ustedes se fijan, caballeros, se daran cuenta de que los metodos actuales de promocion de feminazismo se parecen mucho en lo tocante a sus actuaciones contra el hombre a lo que son los metodos clasicos de tortura militar.
    Estos metodos de tortura militar, fisica y psicologica, se asemejan a la maquinaria feminazi en:
    Cuando se captura un soldado enemigo el objetivo es destruir su capacidad de combate y reintegracion a filas en su ejercito. Para ello es necesario hundir su moral, y deteriorar su fisico hasta el punto de que no se vuelva siquiera a plantear volver a tomar las armas. Esto se hara mediante un procedimiento ordenado.

    -Lo primero que se debe hacer es arrancarle la bandera de su uniforme militar y sustituir este por uno gris o color neutro: Con esto se consigue despojarle del honor de pertenecer a su ejercito y su pais, y se consigue fomentar un sentimiento de abandono y un fuerte sentimiento de humillacion. Esta táctica es similar a la que emplean los medios de comunicacion despojando a los hombres del honor de ser hombres, de que se enorgullezcan de su condicion de varones, destruyendo, humillando y envileciendo todo comportamiento masculino hasta que los mismos hombres renieguen de su condicion de varones, que es lo que ocurre hoy dia.

    -Lo segundo que se debe hacer con el recluso militar es desnudarlo 2 veces al dia y lavarlo con una manguera, de manera que se fomente la sensacion de indefension absoluta ante los guardias de la prision, esto se asimila a la vida real en que cualquier llamada a la policia por parte de una mujer que diga ser maltratada provoca la llegada de 3 o 4 coches patrulla para detener al «agresor» delante de todos sus vecinos, aumentando la sensacion de humillacion.

    – Lo tercero que se debe hacer es un poco mas complejo pero efectivo, llevarlo a la enfermeria para revision medica, y que las enfermeras presentes se burlen y se rian de los atributos sexuales del recluso como minimo 2 veces a la semana. De esta manera se incide en el sentimiento de humillacion e indefension del recluso, minando su moral. La replica en la vida social se puede ver en television en forma de anuncios televisivos donde se ridiculiza la conducta del hombre(ejemplo: anuncio de lavadoras donde la lavadora no funciona y en vez de llevarse la lavadora se llevan al hombre porque no sabe programarla).

    -La cuarta tactica consiste en que de vez en cuando aleatoriamente se entre en su celda y sin mediar palabra se le da una paliza, de corta duracion. Con esto se consigue que el recluso tenga una sensacion de incertidumbre, de no saber que ocurrirá con su vida, y si terminaran con ella en la siguiente paliza. La similitud radica en que todas las semanas aparece en el noticiero un hombre detenido y esposado, engrilletado, acusado de maltratar a una mujer.

    – Un subproducto de la cuarta tactica es que en la celda de al lado de la del recluso, que estara vacia, por lo menos una vez a la semana entren guardias y finjan pegarle una paliza de muerte a un compañero suyo, del mismo ejercito. el guardia que finja recibir la paliza debe gritar de dolor. con esto se consigue afianzar el sentimiento de incertidumbre, desmoralizando mas todavia. Esto se asemeja a nuestra vida en que todos sabemos de algun hombre que se divorcia le toca pagar pension alimenticia, abandonar la casa, y su coche, sin saber que va a ser de el.

    -La quinta y última tactica de las clasicas es reunirlo en ropa interior con oficiales condecorados vestidos como tales y comentarle que su ejercito esta perdiendo la guerra, le diran que ha habido miles de bajas en sus filas, y que gran parte de ellos están desertando por miedo a morir en combate. Así se consigue que pierda la fé en su objetivo militar, que pierda la fe en su ejercito y su nacion. fomentando la sensacion de causa perdida e inutilidad de su credo y su combate.
    El simil mas cercano para un hombre de a pie, es cuando le quitan a sus hijos porque se divorcia, basicamente le quitan el ultimo motivo que le queda para vivir, quitandole la fe en que los vera crecer y quitandole las ganas de levantarse todos lo dias.

    El ultimo paso es la comida, se le suministraran comidas hipoproteicas y de no mas de 1000 calorias al dia, para deteriorar su salud y que la ropa que lleve le haga pasar frio. Aunque este caso no tiene parecido con la vida real, a no ser que la exmujer de uno, lo deje en la calle.

    Ejecutados estos pasos, dada la resistencia media de la mentalidad del soldado enemigo, el indice se suicidios aumenta aproximadamente al 75%.

    Si se desea terminar con el recluso, solo deben dejarse elementos a mano para que este lleve a cabo su propia ejecucion, como sogas, o elementos punzantes.
    Despues de varios meses soportando esas penurias la gran mayoria de miembros del ejercito capturados cometerá suicidio y parte superviviente jamás volvera a entablar combate elevando al 98% el indice de bajas en los soldados capturados.

    Caballeros, por desgracia he de recordarles que revisen las estadisticas de suicidos de hombres en España, verán que la victima mas numerosa de la violencia machista es el hombre, el hombre como genero.
    Las victimas colaterales son las familias destruidas, y en ultima instancia las mujeres que se quedan solas.

    Lo que ocurre hoy dia, es un ataque desde varios frentes, practicamente invisible contra la dignidad de todo hombre, contra el honor de todo hombre y en ultima instancia contra la vida de todo hombre, para conseguir el mismo dominio y sometimiento de este como el que se consigue con las tacticas arriba descritas.

    He de recordar para terminar, que el deber de todo soldado capturado es el de rebelarse

  46. Descla permalink
    noviembre 5, 2010 6:12 pm

    Je je. Currazo expresado en términos militares. Es bueno.

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